9 de Junio 2020
Cuando nuestra Ramba llegó al Santuario de Brasil, alguien la recibió amistosamente. Se trataba de Rana, una sociable elefante, que aunque era menor que Ramba, con su gran porte, le dio confianza y apoyo. Pronto se convertirían en las mejores amigas.
Ramba había sufrido muchos años de cruel maltrato en el circo de Los Tachuelas y fue Rana quien le brindó su cariño, le enseñó a darse baños de barro y a dar grandes paseos por primera vez.
A pesar que Ramba arrastraba una crónica enfermedad renal, el poco tiempo que alcanzó a estar en el Refugio , fue completamente feliz al lado de Rana.
Según cuentan en el Santuario: “Ramba salía a recorrer que era lo que más le gustaba y a darse baños de barro, a veces, sin importarle dejar atrás a Rana, con quien era inseparable… como si supiera que le quedaba poco tiempo para disfrutar”.
Cuando Ramba murió en diciembre del año pasado , Rana se quedó junto a ella muchas horas, con sus ojos tristes e hizo varios ruidos como si supiera lo que pasaba . A las semanas visitó su tumba un par de veces. (la que no estaba en su ruta diaria).
Hace un mes , llegó Mara, otra elefante maltratada quien según relatan en el fans page del Santuario de inmediato tuvo conexión con Rana : “Rápidamente se hicieron amigas. Andan juntas como lo hacía con Ramba. Se cree su hermana mayor, la protege asegurándose que se sienta segura ante otros animales : vigila mientras Mara se da sus baños de barro, y, comen y toman siestas juntas”, escriben.
Las otras elefantes que viven en el santuario son más independientes : Maia y Lady, viven tranquilas observando de reojo a la maternal Rana quien se preocupa de las recién llegadas. Gracias a ella conocen la amistad y viven sus últimos años “haciendo cosas de elefantes”, como siempre debió haber sido : sintiendo el barro, el pasto, el cálido sol, y la brisa suave sobre sus cabezas en libertad.
