La organización lanzó campaña para detener la expansión de la mina Los Bronces, en la cordillera de los Andes, cuya operación pone en riesgo el futuro de las reservas de agua.
La mañana de este jueves, activistas de Greenpeace se colgaron sobre el puente Nueva Tobalaba y desplegaron un cartel de 25 metros sobre el río Mapocho con el mensaje: “Más minería en glaciares, menos agua para Santiago”, con el objetivo de alertar sobre el impacto que esta industria tiene sobre los glaciares de los Andes Centrales y cómo aquello podría afectar la disponibilidad hídrica, particularmente en la Región Metropolitana, en el marco de la expansión de la mina Los Bronces.
“Buscamos movilizar a todos los santiaguinos para que rechacemos en conjunto el proyecto de ampliación, Los Bronces Integrado. Las consecuencias que podría tener sobre nuestras reservas de agua son gravísimas, y su efecto sobre la contaminación del aire y en nuestra biodiversidad, no han sido informados ni dimensionados por los habitantes de la capital”, afirmó Carmen Barahona, una de los voluntarias que se encadenó sobre el Mapocho.
Los Bronces: una mina en plena capital
Los Bronces Integrado es el proyecto de Anglo American que busca extender la operación de la mina Los Bronces, de extracción de cobre y molibdeno, hasta el año 2036. Sus obras contemplan, entre otras cosas, aumentar el rajo en 124 hectáreas (hoy tiene 400) y la construcción de una mina subterránea de 114 hectáreas, lo que ampliará su área de impacto hasta las comunas de Lo Barnechea y Colina y el santuario de la naturaleza Yerba Loca.
Bajo la consigna “Subamos la voz, bajemos Los Bronces”, desde Greenpeace se oponen a que este proyecto se ejecute. “En su aprobación pesaron más los intereses políticos y económicos que los aspectos técnicos. Y se pasó por alto los impactos ambientales que un proyecto de esta envergadura podría tener sobre nuestras reservas de agua, la salud de las personas y la preservación de nuestros ecosistemas”, dice Silvana Espinosa, vocera de la organización.
Espinosa relata que “este proyecto fue rechazado por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) el 2022, luego de dos años de análisis, porque los documentos aportados por la empresa no fueron concluyentes. Entre otras cosas, no precisaron cuántas emisiones de contaminantes adicionales aportarían con su operación, ni cuánto empeoraría la calidad del aire”, explica. “A pesar de estos antecedentes, la minera reclamó ante el Comité de Ministros, instancia que hace justo un año le dió luz verde al proyecto en una decisión política, ignorando todas las alertas realizadas por las comunidades científicas y locales, y el propio Servicio de Evaluación Ambiental, en primera instancia”, agrega.
Por estas razones, organizaciones ambientales como Modatima y movimientos sociales como No Más Anglo, y consejeros regionales y comunidades locales de Lo Barnechea y Colina, han presentado diferentes recursos judiciales y administrativos buscando revertir este permiso. Greenpeace, en tanto, dispuso el sitio web bajemoslosbronces.cl donde los santiagüinos pueden firmar para mostrar su rechazo a este proyecto.
Amenaza sobre los glaciares
El aire no es la única amenaza ambiental de este proyecto. Desde Greenpeace también relevan impactos en la biodiversidad de la cordillera, en la disponibilidad de agua y en la preservación de glaciares. Para detectar los potenciales daños sobre éstos últimos, la organización se valió de diferentes estudios científicos, cuyos resultados publicaron en el informe “Glaciares de la Cordillera de Los Andes, Impactos de la industria minera”, disponible en su página web.
Uno de los impactos que destaca el estudio está relacionado con las emisiones de polvo y carbono negro (BC) que se liberan, sobre todo, en las minas de rajo abierto, y que cubren con un manto oscuro la superficie de los glaciares. “El hielo y la nieve tienen una gran capacidad para reflejar la luz solar. Esto les permite mantener la temperatura baja y conservar el agua congelada en su interior”, explica la vocera de Greenpeace. Sin embargo, cuando se oscurecen, generan el efecto inverso, “absorben calor y por ende, aceleran su deshielo”, añade. Un ejemplo de aquello lo evidencia el glaciar Olivares Alpha, ubicado cerca de la mina Los Bronces. “La depositación de material particulado generado por la industria minera, en un plazo de 10 años, explica el 82% del derretimiento de su hielo”, afirma el ingeniero y experto en glaciares, Raúl Cisternas, autor del informe de Greenpeace.
“Esta cadena de impactos, finalmente, repercute sobre las reservas de agua de todos los capitalinos, cuya protección es muy valiosa. Sobre todo en el actual contexto de crisis hídrica”, reflexiona Espinosa.
El Informe “Glaciares de la Cordillera de Los Andes, Impactos de la industria minera” está disponible en la página web de Greenpeace.