Los perros no solamente son una gran compañia en nuestro día a día sino, también, nos ayudaría en nuestra salud afirma un estudio recientemente publicado en la Revista Scientific Reports. De acuerdo a la indagación, son especialmente positivos si las personas viven solas.
De acuerdo a lo informado, los investigadores revisaron más de 3.4 millones de propietarios de perros, cuyas edades fluctuaban entre los 40 a 80 años, durante un lapso de 12 años. Todo esto con el fin de evaluar la relación entre la tenencia del animal y la salud cardiovascular de las personas.
Según Mwenya Mubanga, autora del estudio y estudiante de doctorado de la Universidad de Uppsala, “un hallazgo muy interesante en nuestro estudio fue que la propiedad del perro fue especialmente prominente como un factor de protección en personas que viven solas, que es un grupo que anteriormente tenía un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte que quienes vivían en una casa con múltiples personas”, planteó la académica.
Las conclusiones anteriores se hicieron luego de analizar y ajustar factores tales como el tabaquismo, el índice de masa corporal y el nivel socio económico. Según revela la investigación , los mayores beneficios de compartir el día a día con un perro son para las personas solas , ya que reducen el riesgo de muerte en 33% y el riesgo de muerte por padecimientos cardiovasculares en 36%, con respecto a las personas que no cuentan con un animal no humano.
Asimismo los dueños de animales cuentan con una menor reactividad a episodios de estrés y pueden recuperarse más rápidamente cuando se ven sometidos a un evento de dichas características. El fallecimiento por muerte cardiovascular disminuyó un 11% en comparación a aquellas personas que no tienen animales.
“Creo que una mascota trae mucha alegría y compañía a una casa, por lo que si una persona tiene la capacidad de encargarse de ella, sin duda debería”, dice Mubanga
Si bien no se profundiza en el estudio la relación entre el hecho de convivir con un perro y una vida saludable, se plantea como hipótesis que las menos posibilidades de tener enfermedades fatales podría deberse a una mayor actividad física que realizan las personas que conviven con animales y lo cual repercute, sin duda, en una mejor sensación de bienestar y predispone a una mayor actividad social que modifica el microbioma bacteriano que es donde nacen bacterías que repercuten en la generación de enfermedades fatales.
