#ANTOFAGASTA Canil municipal de la capital regional esterilizó 8.772 perros en dos años de labor

0
1361
Imagen referencial

Ocho tiernos cachorros disputan un dedo humano para lamer y rasgar, mientras en la jaula de abajo dos hembras negras miran a la nada, sentadas. Ningún can es de raza y difícilmente llegarán a cuidar un antejardín, pues hace unos días vivían en la calle y en un tiempo volverán ahí, pero esterilizados.

Ya falta poco para que una funcionaria termine de limpiar la orina que extrae de una plancha metálica ubicada debajo de la reja. El líquido cae a un tarro que irá a la basura.

Ese panorama se vive a diario en la “sala de maternidad” del Centro de Educación y Tenencia Responsable de Mascotas, o simplemente “canil municipal”.

Este lugar ha sido fundamental para controlar la población de perros vagos en Antofagasta, que en algún momento se estimó en más de 20 mil.

Desde que partió la segunda campaña de esterilización, el 10 de junio de 2014, profesionales de este centro han realizado 8.772 operaciones (dato al 30 de abril de este año), lo que representa un total éxito para los encargados del proyecto.

Logros

La médico veterinario Catalina Pérez relata que los efectos de la iniciativa son visibles: control de la población canina en la calle para evitar jaurías peligrosas, freno a la tenencia irresponsable de mascotas, y menor riesgo de propagación de enfermedades.

El canil está situado en el sector aledaño a la quebrada La Chimba. Ocupa 7.000 metros cuadrados de terreno, de los que hay 600 metros cuadrados construidos.

Los perros que ingresan primero permanecen en una sala de tránsito. Posteriormente van a la sala de operaciones, donde funcionan tres camillas para esterilizar, colocar vacunas rábicas o instalar microchips de identificación.

En el mismo periodo señalado anteriormente (junio 2014-abril 2016), se han instalado 11.501 de estos aparatos.

“El microchip es como un granito de arroz que se implanta en el lomo, de la cruz, entremedio de la escápula. Es un dispositivo electrónico que posee un código de identificación. En definitiva es como el rut del perrito, pero no viene con GPS”, explicó Pérez.

De esta manera, a través de un lector es posible acceder a los registros del animal y a los datos de sus dueños.

Adopción

Luego de ser esterilizados, se les instala un collar isabelino (parecido a un cono) para que no se quiten los puntos que dejan estas operaciones.

Luego los canes son dejados en las salas de adopción.

Estas salas son dos. Ambas son similares, sólo se diferencian por los pasillos de cuatro a dos metros que dividen tres hileras de jaulas. Cada una tiene entre dos y cuatro perros.

Miradas atentas al lente de la cámara. Ojos cafés y negros, dientes en la reja y ladridos constantes hay en el lugar.

Las colas se agitan al más mínimo contacto visual.

Algunos perros simplemente duermen dejando pasar el tiempo en este lugar transitorio, donde están siete días.

Un perro con chaleco y chascón saluda, trata de acercarse a la mano con su lengua, pero el collar isabelino no lo deja. Multiplica sus ladridos pidiendo atención.

Otro con aspecto de hiena, ya un poco mayor, no se acerca mucho a la reja ni pide atención. Al parecer ya se desacostumbró al cariño.

“KIDA”

Kida es una perrita salchicha (dachshund) de color café claro, tiene ojos dormilones, porque está sedada en la sala de tránsito, a la espera de ser esterilizada. Ella, sin embargo, no pasará siete días en este lugar, pues su dueña la trajo sólo para este asunto.

Tranquila en la sala de operaciones, Catalina le coloca una vía, la depila y la prepara para el procedimiento.

La veterinaria le toma las orejas con cariño y comienza a vendarla. Kida mira tímidamente la cámara mientras descansa el hocico sobre su pequeña pata de perro salchicha.

Tenencia

La administradora del Centro de Educación de Tenencia Responsable, Yocelin Astengo, cuenta que los perros sin dueño son operados y devueltos a su lugar de origen.

“Cuando dejas el espacio vacío llegan otros a ocuparlo. Y allí ellos saben dónde está la comida, se las arreglan, tienen gente que les lleva comida, ellos saben”, comentó.

Yocelin, que es ingeniera en administración de empresas, afirma que trabajar en el canil la ha sensibilizado con la causa de los animales.

“Tú ves que todos estos perros están abandonados a su suerte en la calle por irresponsabilidad de las personas. Hay una falta de conciencia enorme hacia los animales y la ciudad”, argumenta.

Fuente:El Mercurio de Antofagasta.