#MUNDO Gatos abandonados en Fukushima tienen su propio héroe

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El 11 de marzo de 2011 Japón fue testigo del terremoto más potente en su historia hasta hoy. El sismo de 9.1 grados de magnitud, tuvo epicentro en el mar frente a la costa de Honshu y distintas zonas se vieron devastadas por olas de hasta 40 metros. La ciudad de Fukushima, ubicada a unos 250 kilómetros al norte de Tokyo, fue afectada por un tsunami con olas superiores a 14 metros lo que provocó que el agua inundara la central nuclear de Daiichi, y como consecuencia de esto se presentaron fallas en la planta nuclear además de la liberación de contaminación radioactiva. Las autoridades de gobierno ordenaron la evacuación de la zona, lo que llevó a que alrededor de 160 mil personas huyeran a más de 20 kilómetros de sus hogares dejando a sus animales de compañía. El tsunami inundó alrededor de 560 km2. Arrasó con pueblos, puertos y dejó cerca de un millón de edificios destruidos.

Cuando ocurrieron estos hechos, Sakae Kato (57) vivía en Namie, una de las zonas con acceso restringido. Él era propietario de una pequeña empresa dedicada a la construcción y tras ser declarada la emergencia ayudó a demoler casas abandonadas. Fue entonces cuando comenzó a darse cuenta de la presencia de mascotas vivas y muertas en esas propiedades, esto lo llevó a tomar la decisión de quedarse para ayudar a esos animales hasta que el último de ellos muera.

Sakae junto a Mokkun, felino rescatado hace cinco años, mientras una activista de rescate de animales le aplica un ungüento en la boca.

Durante estos años, Kato ha acogido principalmente gatos, también perros y alimenta animales silvestres como jabalíes y gatos ferales.

Hasta ahora, el hombre ha enterrado a 23 felinos en su jardín, y actualmente alberga 41 en su casa y en otro edificio vacío en su propiedad. No obstante el compromiso interespecífico de este ciudadano japonés, las autoridades locales han intentado de distintas formas que abandone la zona. Así lo informó un reportero de la agencia Reuters, señalando que el 25 de febrero recién pasado, Kato fue detenido por supuestamente haber liberado un jabalí que había caído en una trampa a fines de 2020 y, considerando que esta especie está clasificada como plaga en ese país al igual que los ciervos, el noble gesto del rescatista podría acarrear consecuencias negativas para él pues la trampa era una de las que instala una entidad de gobierno.

Kato y Pochi, un perro también rescatado, juntos recorren uno de los caminos vacíos en la zona restringida.

A pocos días que se conmemoraran diez años de la triple tragedia, destacamos el compromiso y entrega de este hombre que decidió cambiar su vida y dedicarse a cuidar los animales abandonados de Fukushima.

Fuentes: Reuters, DW Español.