Al hacer un balance de la actualidad, una de las realidades que destaca es la de los animales como compañeros de nuestra vida, sumándose en muchos casos como un miembro más del grupo familiar. La historia de Mariela Carriel, su familia y la perrita Miel es ejemplo de aquello.
Mariela y su esposo viven en San Carlos, pueblo cercano a Chillán, capital de la nueva Región de Ñuble, ambos son profesores y, al igual que muchas personas su sueño era concebir hijos y hacer crecer la familia. Sin embargo, los misterios de la vida le tenían deparado otro camino.
A pesar de los esfuerzos para cumplir su sueño, las pérdidas de los bebés era una constante en la vida de Mariela. En esas circunstancias apareció la perrita Miel, una labradora muy regalona.
“Miel llegó a nuestra vida, después de una larga historia de pérdidas naturales. Mi esposo quería tener un labrador blanco, entonces un día pensando dije si no podemos tener hijos, ¿por qué no tener un perri- hijo?; me puse a buscar y me costó encontrar. El regalo de cumpleaños demoró dos meses en llegar y luego nos enteramos que Miel nació 5 días antes del cumpleaños de el”, explicó Mariela Carriel, profesora, en entrevista con EPA news.
Tras un tiempo de convivencia y regaloneo con Miel, la familia de Mariela decidió iniciar el proceso de adopción de niños, querían sumar más miembros a su hogar inter especie.
“Le contamos a Miel que iba a ser la hermana mayor y que los papás estaban intentando adoptar un hermanito o hermanita para ella, tú sabes como son los labradores, parece que entendía todo. Así estuvimos entre viajes, haciendo trámites, yendo a reuniones y entrevistas – ella era parte de las entrevistas cuando venía a la casa la asistente social, Miel siempre estuvo al medio. Es una perra exquisita, vive dentro de la casa y es muy regalona-“, señaló al respecto Carriel.
Después de una infinidad de trámites, dos niñas de 3 y 4 años, respectivamente, llegaron a a la familia de Mariela. En este proceso, recuerda Carriel, la perrita se estresó un poco.
“Al principio Miel se estresó, porque ella estaba acostumbrada a estar sola en la casa. Nosotros salíamos a trabajar y todo el día ella quedaba, prácticamente sola, y en la tarde estaba acostumbrada a su rutina cuando ella llegaba y entonces de un día para otro el tener a estas dos pequeñas en la casa, que tenían tres- cuatro años, y tenernos a nosotros todos los días con los llantos y los ruidos, se estresó la perrita”, indicó al respecto Mariela.
En el caso de las menores, era la primera vez que tenían un perro en su hogar y eso se tradujo, en términos prácticos, que no sabían respetar el espacio necesario al interactuar con un animal.
“Por ahí tuvimos un pequeño incidente, con la mayor que era la más cargosa con la Miel, le mordió el labio superior – la niña me decía la Miel me hizo la seña de que ya no quería seguir jugando y yo no le hice caso-. Tuvimos un evento con cirujano y todo, para que le arreglará su labio y Miel súper arrepentida, esa misma noche estaba en la casa de mis papás y pensaron que a Miel le iba a dar algo al corazón porque estaba muy nerviosa”, acotó al respecto Mariela.
Luego del episodio, las dudas y preocupaciones se apoderaron de la familia de Mariela, pero decidieron pensar fríamente la situación y evaluar las medidas que se tomarían.
“Lloramos varios días pensando que hacíamos, teníamos miedo de que volviera a pasar y a la vez veíamos que Miel estaba arrepentida. Las niñas tenían miedo y llevamos a Miel al etologo y un médico naturalista, con el que me veo hace años, me dio unas gotitas relajantes para ella y la empezamos a tratar con eso. La separamos de las niñas y la fuimos incorporando de a poquito, siempre en presencia nuestra. Que ellas fueran de a poco haciéndole cariño, hasta el día de hoy no le hacen cariño si no esta mi esposo o yo vigilando, más que nada por la Miel para que no la hostiguen, la Miel es súper guardiana con las niñas”, recuerda Mariela.
Al rememorar la decisión tomada en relación al can, Carriel reflexiona en cuanto a la importancia de haber decidido continuar con nuestra amiga peluda.
“Fue súper importante que Miel continuará con nosotros, después de la mordida, para las niñas porque el mensaje fue nos podemos equivocar, pero nos seguirá amando. Vamos a seguir siendo parte de la familia, porque ante un accidente así, generalmente el perrito se va de la casa; en el caso nuestro las niñas lo tomaron como decía y para ellas también ha sido importante, ante las crisis de llanto de una de ellas, la única que lograba consolarla era la Miel”, comentó al respecto Mariela Carriel.
Un mensaje a los papás
Luego de la experiencia de criar a dos niñas en compañia de una perrita, como Miel, Mariela invita a los otros papás a que sus hijos convivan día a día con algún amigo peludo.
“Para mí ha sido maravilloso estos meses con las niñas y Miel, siento que la relación entre ellos ha sido muy genial: como que ellos se comunican de otra forma y se entienden, respetan. Las niñas y Miel se leen de una manera distinta, es cuidado mutuo y los niños se vuelven más empáticos y sensibles a muchas cosas: por ejemplo, le explicamos a las niñas el tema de la adopción a través de la Miel, le decimos que Miel no salió de mi guatita pero nació en nuestro corazón, eso nos ha ido ayudando en el tema de la adopción con ella y ha sido más fácil explicárselos también”, precisó al respecto.
En definitiva, la historia de Mariela y la perrita Miel nos refleja el nivel de interacción y acompañamiento inter especie que se puede dar en un grupo familiar.
Producción: Claudia Villegas y Osvaldo Durán C.
