#SANTIAGO La historia de Mili, una perrita atropellada ya recuperada que hoy vive su segunda oportunidad de vida

0
238

Lo que prometía ser una salida más de Soledad Díaz y su mamá Nury Sánchez por motivos familiares, se transformó en el comienzo de una historia que, ellas mismas, califican como una cadena de amor a favor de una perrita que necesitaba de ayuda urgente en ese momento y lo cual marcó sus vidas para siempre.

“Estábamos en  San Martín cerca de la Alameda, cuando de un momento a otro vimos que estaban sacando un perro de la calle atropellado, casi perdí el control del vehículo producto de mis impulsos. Frené, eché marcha atrás y vimos a la perrita que estaba atropellada. Unas personas las habían sacado de la calle y nos contaron que venía corriendo por el medio de la calle y ahí la atropellaron”, nos cuenta Soledad Díaz, quien sin pensarlo dos veces decidió rescatar al animal junto a su madre Nury Sánchez.

La perrita, que en un comienzo fue llamada Esperanza, fue llevada al Hospital Veterinario Santa Rosa, donde la estabilizaron y dieron el primer diagnóstico: fractura en la bula timpánica en el oído izquierdo, a causa del golpe recibido por el atropello que sufrió. En el lugar estuvo un día para, posteriormente, ser trasladada a la Clínica Veterinaria Nueva Renca, gracias a las gestiones de la animalista Sara Lepe.

“En ese minuto la llamábamos Esperanza, porque teníamos la esperanza de que iban a aparecer los dueños y que se iba a mejorar rápido y no iba a tener ninguna secuela. Cuando llegamos allá, nos dicen DSC07671que va a quedar con la cabeza ladeada producto del golpe y que tenía que estar en observación: estuvo una semana y media en la Clínica Nueva Renca hospitalizada. En esa semana, comenzamos a recibir muchos aportes no sólo en comida sino también nos ofrecían donar un premio para una rifa o alguna otra cosa”, recuerda Soledad Díaz. Se pensó que estaba perdida y por eso se inició una intensa campaña en las redes sociales que buscaba viralizar su historia, con la esperanza de encontrar a sus propietarios.

Pasaron los días y no habían luces de los antiguos dueños, por lo que se decidió cambiar el foco de la campaña centrándolo en la búsqueda de un hogar para la perrita.

” Sacamos a la perrita Esperanza, así se llamaba, de la clínica y la gente recuerda con ese nombre la historia. Estuvimos todo el tiempo informando de su historia hasta que llegó a la casa de mi mamá, que hizo de hogar temporal mientras encontráramos una familia que la quisiera adoptar”, señala Soledad.

Su estadía en el hogar temporal 

Una de las primeras tareas, cuando Esperanza llegó al nuevo hogar, fue ver con qué nombre se sentía identificada la perrita que no respondía a su nombre original.

“Cuando la perrita llegó acá a la casa, me acosté pensando en el nombre de la perrita. Por Esperanza no entendía, entonces yo me acordé que en algún momento yo vi un reportaje donde explicabaIMG-20160813-WA0005n que a los animalitos había que colocarles nombres cortos: porque con nombres largos no entienden, ellos entienden los últimos sonidos solamente. Me acosté y dije esta perrita es un milagro que se haya salvado y Milagro se va a llamar, pero como Milagro es muy largo y Mila iba a sonar muy seco, dije que Mili iba a sonar más bonito y tierno. Apenas me desperté al día siguiente, le dije a mi hija le vamos a poner Mili, la empezamos a tratar con ese nombre y ella entiende”, relata Nury Sánchez.

Rápidamente Mili, como comenzó a llamarse, se ganó el corazón de Nury y Soledad.

“Desde un principio, Mili fue especial: cuando íbamos al veterinario la sacábamos y le hacíamos las terapias del amor, mucho cariño, y ella nos miraba con una carita diciendo como gracias por haberme salvado. La Sole, mi hija, tuvo que viajar al sur y se fue con la idea de que Mili se iba a ir a un hotel para perros u hogar temporal. Ahí yo dije que no quería que se fuera, porque si no encontrábamos un hogar va a volver para acá e iba a ser traumante para ella. Mili fue una compañera, ella no molestaba en nada. Lo único que necesitaba era puro amor, ni siquiera ladraba y no lloraba. Me seguía para todos lados, porque pensaba que yo era su mamá”, comenta al respecto Nury.

Por su parte, Soledad también ve la llegada de Mili como un momento significativo de su vida. “Ella es una perrita muy especial, donde no se si nosotros le salvamos la vida a ella o ella nos salvo la vida a nosotros. Yo, también, estaba en un momento bien difícil en donde tenía mucho estrés por la cesantía y un montón de cosas que no estaban funcionando. Cuando Mili apareció en nuestras vidas, yo giré el foco y como que se me olvido que tenía problemas y no tenía trabajo: todo giraba en torno a ella y se armó una cadena de amor impresionante por ella. Hay gente que hasta el día de hoy me pregunta por ella, tú fuiste testigo, de como está – es gente de distintos lugares, no sólo de acá de Santiago -“, señala Díaz, con un claro dejo de nostalgia en su mirada.

Durante la estadía de Mili en el hogar de Nury, contaron con el apoyo constante de Sara Lepe y Rosita Viveros.

Un elemento negativo: la negativa de las Fundaciones a ayudar 

En la búsqueda de alternativas para encontrarle un hogar a Mili, Soledad y Nury pensaron en llevarla a algunas de las jornadas que regularmente organizan diversas agrupaciones de Santiago donde se iban a ser responsable de la perrita en todo momento. Se contactaron con algunas de ellas, recibiendo como respuesta que al no tratarse de un rescate llevado a cabo por la organización no podía participar en las jornadas. Un actuar que provocó decepción en las rescatistas de Mili.

“Yo  me acerque a muchas Fundaciones pro animal que encontré como Garras y Patas, Fundación Stuka, Fundación Julieta y veterinarias que hacen jornada de adopción para pedirles un cupo en sus jornadas. La íbamos a llevar, íbamos a estar con ella y si no la adoptaban la traíamos devuelta. Todos me contestaron lo mismo, como ellos no habían rescatado a la perrita, no podía participar”, comenta en este sentido Soledad.

Bajo este contexto, Díaz cree que el espíritu que debiera primar en las jornadas de adopción es de colaboración y ayuda a las personas que en forma independiente rescatan a animales. “Pienso que si todos estIMG-20160813-WA0009amos luchando por una tenencia responsable de animales o luchando por los derechos de los animales, tenemos que unirnos y no podemos discriminar porque una persona rescato a un animal. Personalmente, si mi mamá no hubiese estado aquí en la casa y ella podía cuidar a la Mili, tendría que haberla dejado nuevamente en la calle porque me iba de viaje. Lo encuentro súper injusto, la poca solidaridad que existe de estas instituciones con las personas independientes como yo”, agrega Soledad.

“Hoy día veo que en las noticias  hablan que la Fundación Stuka, Garras y Patas están haciendo una labor tan linda de ayuda a los animales en cuanto a darlos en adopción y rescatarlos: pero, para mí, es casi por la pantalla porque si se quiere luchar por un objetivo hay que unir fuerzas”, es el llamado de la rescatista de Mili pensando en construir un mundo mejor para todos los animales.

Y llegó la hora: Mili es adoptada

Después de que diversas personas demostraron interés en adoptar a Mili y luego desaparecían, llegó la hora y una familia de Cerro Navia decidió jugársela y adoptar a Mili. Junto con Soledad y Nury fuimos a dejar a Mili a su nuevo hogar en Cerro Navia.

Llegamos al departamento de Nury, donde nos recibe Mili que si bien en un primer momento nos ladra rápidamente le generamos confianza y se acerca a nosotros para exigir cariño y entregar, asimismo, ella mucho amor. El nerviosismo y la alegría de que Mili tenga un nuevo hogar, es algo que se percibe en el ambiente.

Al cabo de unos minutos salimos del departamento, ubicado en pleno centro de Santiago, rumbo a Cerro Navia. Mili, desde el departamento hasta el auto, va caminando obedientemente junto a nosotros. Luego de un rato de transitar por diversas calles, llegamos hasta el nuevo hogar de Mili que comienza a recorrer cada rincón de la propiedad, haciéndose gran amiga de un gatito negro, uno de los animales que habita el lugar.

“Cuando vi su foto, sus ojos me cautivaron. Fue eso y, aparte, me imagino que en Chile y el mundo en general generalmente las personas se motivan a adoptarlo cuando es cachorro pero después se desentienden. Por eso yo me imagine que en el caso de Mili le iba a costar más el tema de la adopción, de que alguien la quisiera y más por las secuelas que por el momento tiene producto de su atropello lo que no es tema para mí. Lo más importante para mí es el cariño que te entregan los animales”, señala Shannit Cornejo,al dar cuenta de las razones que motivaron a su familia a adoptar a Mili.

“Ella es un milagro para todos y estoy segura de que esta familia, que la adoptó ahora, se nota que aman a los animales y que va a estar bien. Es difícil entregarla, si bien no estuve todo el mes con ella, estoy conectada con ella. Le dábamos terapia de amor, porque creemos que sólo de esa forma se iba a sanar”, acota Soledad.

Sin lugar a dudas, Mili es una perrita que, gracias a una amplia cadena de ayuda y amor, pudo recuperarse de su atropello y hoy vive feliz la segunda oportunidad que le dio la vida. Una historia de alegría y felicidad animaluna que, en definitiva, vale la pena destacar.

Si desea ver más imágenes de Mili, haga clic aquí