#LOSLAGOS Animalistas llaman la atención por casos de maltrato a perros

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5 de junio

Hace unos días, en el sector alto de Puerto Montt, un perro de gran tamaño quedó colgando de una reja porque quienes lo tenían, lo habían atado con una cadena a un pallet. El animal, intentando salir, murió asfixiado por el collar.

En otro caso, los voluntarios de Albergando un Amigo rescataron del sector rural de Huelmo a dos canes que permanecían famélicos y atados con cadenas a una casa. Se les acusaba de haber atacado gallinas, por lo que sus dueños se habían limitado a dejarlos amarrados y darles escasa comida y menos afecto.

¿Por qué una persona amarra a un perro, aunque la ley dice que tenerlos atados constituye maltrato?. ¿Por qué se mantiene un animal en una casa si la misma familia cree que no puede controlarlo?

“Hay un desconocimiento absoluto que implica tener un perro o gato –señala Alejandra Miranda, de la Fundación Albergando un Amigo- y, por lo tanto, ante comportamientos que pueden ser naturales, muchos reaccionan con histeria y violencia extrema, justificando su maltrato con argumentos tales como ‘lo hago por su bien’ o ‘mi perro no tiene problemas en vivir atado’, como si fuera normal que un ser vivo viva amarrado por siempre”.

Según el médico veterinario y especialista en etología (estudio del comportamiento de los animales), Pablo Gómez, “los perros, igual que cualquier especie, tienen requerimientos básicos de socialización, de alimentación, de trabajo. Es decir, una función dentro del sistema social, por lo que ningún ser vivo puede vivir amarrado, ya que eso es antinatural”.

Para este experto, aparte de lo moral, hay razones propias de esta especie: el can tiene requerimientos que tienen que ver con búsqueda de alimento, con socialización, con exploración, con entrenamiento y si bien en su gran mayoría son carroñeros, también son cazadores, por lo que necesitan entrenar sus instintos. Al estar amarrado, se limita la posibilidad de cumplir con cualquiera de esas necesidades básicas.

“En consecuencia, quien amarra a un perro genera dos reacciones: o una resignación similar a la de un condenado a muerte o una reacción violenta en su intento por sobrevivir”, agregó.

“Esto explica por qué hemos reducido al mínimo las jornadas de adopción –señala Alejandra Miranda- pues creemos que tienen un doble mensaje que puede ser peligroso, a quienes son irresponsables y no esterilizan o abandonan, se les facilita el trabajo de conseguir hogar para los cachorros ya que sabe que los rescatistas intentarán salvarlos. A su vez, hay quienes adoptan impulsivamente y con la mejor de las intenciones, pero como no les podemos hacer seguimiento por 12 o 15 años, existe el riesgo que ese perro termine o atado o encerrado en un patio tipo cárcel o vagando por el barrio o nuevamente abandonado. En estos casos, la bondad no basta para asegurar que sea una tenencia responsable”.

Esa falta de conocimiento previo y la impulsividad al momento de adoptar son, tanto para el etólogo como para la representante de Albergando un Amigo, uno de los factores principales que explica el alto número de animales abandonados y las frecuentes denuncias por maltrato.

“Sin considerar los casos de maltratadores patológicos, el resto de las personas simplemente lo hace por ignorancia y porque es incapaz de empatizar con un animal –señala Miranda- y eso demuestra que jamás debió tener perros”, recalcó.

Fuente: soychile.cl