#COMPORTAMIENTOANIMAL: Conducta Felina: ¿Cómo entender a nuestros gatos?

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¿Cómo identificar un comportamiento inusual en nuestro gatito? ¿Qué puedo hacer para corregirlo? Cada vez son más los especialistas que se dedican a responder estas preguntas que hasta hace poco estaban reservadas para sus pares caninos, dejando para muchos una gran cantidad de interrogantes respecto de cómo interpretar y entender el comportamiento de nuestro felino.

En EPA quisimos hacer este ejercicio, y para ello entrevistamos a Paulina Barticevic, Médico veterinaria y especialista en etología clínica y bienestar animal de Edupet, quien respondió a algunas de las consultas más comunes para quienes tenemos un gatito en casa.

Te invitamos a revisar la entrevista.

Primero que nada: ¿Qué es la etología?

La etología es la ciencia dedicada a detectar y prevenir problemas de conducta, especialmente en gatos y perros.

Y dentro de lo mismo ¿Cómo puede describirse el comportamiento normal de un gato?

El gato normal tiene un comportamiento estable y rutinario. Pasa la mayor parte del día durmiendo (hasta 18 horas diarias), y luego de ello despiertan para comer, regalonear con los dueños o jugar. Este último hábito, el de juego, se presenta desde los dos meses y puede durar incluso hasta la adultez, por lo que es importante mantener siempre las actividades lúdicas con nuestra mascota.

¿Y esta rutina se puede adaptar a la de sus dueños?

Sí. Generalmente se adaptan a nuestras salidas o llegadas a la casa por ejemplo, aprovechando nuestros ratos de ausencia para dormir. Esto les permite luego jugar cuando estemos de vuelta en el hogar y compartir con nosotros.

¿Cuándo se presentaría entonces un problema conductual?

Se puede dar cuando el gato se ve limitado a expresar su conducta normal, es decir, cuando el gato no tiene el ambiente óptimo para desarrollar su rutina completa.

Es aquí cuando suelen presentarse problemas ya que el gato suele ser muy persistente, por lo que si no encuentra un lugar adecuado para rascar, buscará su propia manera de hacerlo, llegando con ello a zonas que podrían no ser las más agradables o convenientes para su dueño. Rascar los sillones al no encontrar un lugar adecuado suele ser uno de los casos más comunes.

A partir de esto, el problema conductual se define entonces como una conducta que puede o no ser patológica, pero que al dueño le molesta, pues esta genera algún tipo de incomodidad o peligro.

Volviendo al ejemplo del rascador anteriormente mencionado, debe entenderse que los gatos suelen marcar su territorio con las uñas. Esa es su función, marcar territorio tanto de manera visual como olfativa (posee glándulas en sus patitas que dejan olor al momento de marcar).

Esta acción suelen hacerla en el centro de su territorio, cerca de donde comen o duermen, por lo que se aconseja “mover su territorio” si lo que se quiere es corregir esta conducta. Para ello un buen ejercicio es poner su comida o su cama en el patio, o poner el rascador que utiliza cotidianamente cerca de los lugares que nosotros queremos que ellos marquen.

¿Y qué pasa en este caso con las marcas de orina?

Estas suelen hacerlas en el límite de su territorio, siendo los casos más comunes las puertas y ventanas cercanas al exterior. Lo principal para evitar este tipo de marcas es la castración de los machos, además de hacer que este tipo de estímulos (marcar), no sean relevantes para el gatito. Para ello se le puede distraer con juegos e incentivos que lo separen de aquellas áreas, fijándose también que otros gatos no deambulen por fuera de la casa.

En los casos en que la conducta ya esté presente en el felino, se recomienda primero limpiar la zona con detergentes enzimáticos. Este tipo de productos se comen las vitaminas de la orina, anulando de esta manera el olor que expele, efecto que no se logra con cloro u otro tipo de detergentes ya que estos solo enmascaran ese olor para el olfato humano, siendo aún percibido por los gatos.

Luego de ello se debe “cambiar el rol del área” que el gato suele marcar. Poner una planta en la ventana, o un mueble junto a la muralla que el gato solía orinar son buenos ejemplos, esto ya que la idea es que el gato no pueda acceder físicamente a ese lugar, dificultando así su intensión de marcar.

Una última alternativa es el Feliway, una feromona artificial que suele emular la marca que el gatito hace con la cara, la cual demuestra comodidad de parte del felino, un lugar que considera amigable y en el cual se siente seguro y a gusto. De esta manera no marcará, ya que un lugar apacible para el gato no suele ser delimitado con la orina o con las garras.

Volviendo un poco al tema conductual, una de las situaciones más comunes entre aquellos que tienen gatos es aquella donde el gatito se sube encima de uno o busca cariño en los peores momentos ¿Qué se puede hacer en estos casos?

Para esto hay que enseñarle a ocupar el espacio sin estar sobre uno. La idea es poner al gatito en un lugar donde no moleste, pero en el que aún pueda estar con nosotros. Por ejemplo, si estamos trabajando y se sube en nuestras piernas, podemos dejarlo en el escritorio o en una silla a nuestro costado, permitiéndole que sin estar sobre nosotros, pueda disfrutar de nuestra compañía.

No obstante, aquí es importante la uniformidad en la familia, ya que si por ejemplo el gatito se sube a la mesa durante el almuerzo y solo yo lo bajo, el gatito nunca entenderá, por lo que es importante hablar con todos los miembros de la casa antes de realizar este tipo de educación.

¿Y en los casos en que los gatos rechazan el cariño?

Ahí lo más posible es que el felino requiera más espacio. Estos animalitos poseen una piel hasta 20 veces más sensible que la nuestra debido a la célula de Merkel, la cual registra la presión. Ellos la poseen en todo el cuerpo (para los humanos está en las yemas de los dedos y en las plantas de los pies), lo que provoca que muchos gatos sientan incomodidad con el más leve contacto, rechazando el cariño.

Esta conducta sin embargo puede ser educada.

Para ello es necesario conocer el límite de tolerancia del gatito. Por ejemplo, si el aguanta que se le haga cariño hasta cinco veces, hacerle cuatro y premiarlo. Llegará un punto en que quiera más, caso ante el cual nosotros esperaremos un par de segundos y repetiremos la operación.

Esto generará una asociación positiva en el gato, además de acostumbrar su cuerpo a nuestras caricias, pudiendo con ello en el futuro aumentar la “cantidad” de cariño que recibe nuestra mascota. Sin embargo, se requiere un compromiso del educador, puesto que equivocarse en la frecuencia y sobrepasar nuevamente el límite de cariño será un paso atrás en la confianza del animal, tirando a la basura todo el esfuerzo previo.

Entendiendo a los gatos como seres rutinarios ¿Cómo se debe abordar entonces un cambio grande en la vida (la llegada de un nuevo integrante a la familia por ejemplo), de manera que este no represente un impacto demasiado grande para el gato?

Hay que preparar al animal. El gato por naturaleza suele ser muy susceptible a los cambios y se estresa con facilidad, por lo que una buena manera de acostumbrarlo es llevarlo poco a poco a la nueva vivienda en caso de que su dueño se esté cambiando de casa.

Para ello se pueden hacer visitas periódicas de media hora junto con un artículo que el gato utilice regularmente, lo cual mantiene el vínculo y ayuda al gato a familiarizarse y conocer su nuevo espacio, reduciendo con ello el impacto al momento de realizar el cambio definitivo.

En el caso de una embarazada se puede buscar llantos de bebes para que el gato escuche, o simular las actividades normales que se realizarán durante la noche luego de la llegada del bebe a la casa, todo acompañado siempre de un refuerzo positivo (comida, cariño o juguetes).

Un cambio brusco en un gatito puede genera problemas de salud como cistitis o arranques de cabello por parte del animal producto del estrés, por lo que es muy importante realizarlo de manera paulatina, dándole con ello el espacio necesario para conocer su nuevo entorno.

En muchos de los casos, cuando se habla de educación o corrección de conductas se menciona el refuerzo positivo o premio por una buena conducta, el cual por lo general suele ser comida ¿Esto debe ser siempre así?

No necesariamente. Aquí es importante buscar la motivación del gatito, pues si buscamos premiarlo con comida y este quiere jugar, no obtendremos resultados. Lo mismo puede pasar si premiamos a nuestro gatito con un juguete que lo va a distraer demasiado, ya que lo que queremos es que atienda lo que le vamos a enseñar, y no que se dedique a jugar.

¿Y este debe ser siempre o se puede retirar en algún momento?

En un principio, y como una forma de asegurar el aprendizaje del gatito, es recomendable mantener de forma constante la gratificación. Pero luego de pasado un tiempo se puede ir retirando poco a poco, lo que va a generar un “efecto de maquina traga monedas”, en donde uno siempre pone la moneda, pero nunca está seguro de cuando caerá el premio.

Con el gato es lo mismo, al no saber cuándo podrá obtener la gratificación, repite la acción (no subirse a la mesa por ejemplo), esperando cada vez que se le dé un premio por haber hecho el acto como le fue enseñado.

Es importante aquí que la frecuencia de las gratificaciones después de un tiempo puede ir variando, pero NUNCA debe ser retirada completamente, pues esto generará una pérdida del interés por parte del gato que puede derivar en recaídas hacia las conductas que anteriormente tratamos de corregir.

¿Qué es el enriquecimiento ambiental?

A grandes rasgos, el enriquecimiento ambiental se refiere a todos esos aspectos del entorno que potencien los sentidos del gatito y que le permitan realizar de manera óptima su rutina diaria (comer, dormir, hacer sus necesidades o jugar).

Esconder su alimento para que lo deba encontrar, poner una repisa en la ventana para que pueda mirar hacia afuera, instalar un rascador para que pueda marcar, todo este tipo de detalles pueden ayudar al gato a realizar su rutina de manera óptima cada día, además de potenciar sus habilidades de casa, o su curiosidad por lo que le rodea y sucede afuera de ella. Esto además los vuelve intelectualmente más activos.

A los gatos les gustan los desafíos, por lo que la resolución de problemas que nosotros podamos proponerles (darles la comida en una botella con agujeros para que ellos deban sacarla y así poder comerla por ejemplo), le ayudaran a mantenerse activos, mejorando con ellos su sensación de bienestar y haciéndolos más alegres. Gatos con poco estimulo pueden generar fobias en la adultez, además de sedentarismo que al igual que en los humanos, puede derivar luego en enfermedades de distintos tipos.

Por último, las relaciones entre gatos y perros ¿Cómo abordarlas?

Aquí el punto importante es la comunicación. Debe entenderse que la forma de comunicarse de los perros es totalmente diferente a la de los gatos.

Un perro moviendo la cola de un lado a otro indica alegría, una intención de juego e interacción. Por otro lado, en el gato indica molestia o enojo, un sentimiento de irritación.

Debido a esto, si un can ve a un gato moviendo la cola de un lado a otro, este puede entender que quieren jugar con él y por lo tanto aborda al gato con esa intención, causando de esa manera aún más molestia en el felino ya que este se encuentra irritado, generando un choque entre ambos.

Una forma de corregir esto es la sociabilización en su etapa más temprana, cuando aún son cachorros, lo que va a permitir que cada uno aprenda las señales que el otro le está dando, que se familiarice con su lenguaje. Esto da la posibilidad de que aquel que sea adulto, pueda corregir al cachorro, dándole a entender que no quiere jugar, o que no tiene ganas de hacerlo.

¿Y qué hacer en el caso de ambos ya sean adultos?

Para esto se aconseja premiar las interacciones positivas, dar premios a cada uno cuando ambos estén juntos y tranquilos por ejemplo, además de interrumpir las interacciones conflictivas antes de que lleguen a la violencia física.

En esto último es importante saber que solo se debe intervenir cuando exista problema de daños graves, pues de lo contrario estaríamos interrumpiendo el proceso de corrección necesario para el aprendizaje. Los manotazos suaves son como las peleas de hermanos, en donde se dan pequeñas correcciones necesarias para darse a entender, por lo que no es necesario intervenir hasta que exista peligro de un conflicto mayor.