Bubbles, el chimpancé rescatado por Michael Jackson, festejó a lo grande sus 40 años

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El simio, que dormía en una cuna al lado de la cama del rey del pop, pasa sus días en un santuario en Florida, Estados Unidos.

Bubbles, el chimpancé que dormía en una cuna en el dormitorio de Michael Jackson en su mansión de Neverland tras ser rescatado por el rey del pop, cumplió 40 años y lo celebró con una fiesta en su casa de Retiro de Florida, Estados Unidos, con un pastel saludable y la presencia de los cuidadores.

“Recibió un pastel, pero es un pastel especial saludable para los simios”, dijo Patti Ragan, directora fundadora del Center for Great Apes en Wauchula, Florida, la “casa de retiro” donde Bubbles ha vivido desde 2005, revela New York Post.

“Lo congelamos con puré de plátanos y le agregamos un poco de colorante azul para alimentos… y luego escribimos su nombre en arándanos”, dijo Ragan.

“Teníamos tinas de baño de burbujas. Tenían burbujas de papel por todas partes”, agregó, en alusión a su nombre “Bubbles”.“Él solo quería ver quién estaba de visita”, dijo. “Vino y miró a todo el personal que había venido para estar allí para la fiesta”.

El club de fans de “We Are The World” le regaló a Bubbles una manta fotográfica con sus fotos.

Jackson, quien murió en 2009 a los 50 años, compró el chimpancé cuando era un bebé en 1983 en un centro de investigación de Texas.

El Center for Great Apes en Wauchula, Florida, la “casa de retiro” donde Bubbles y otros simios famosos pasan sus últimos años

Todos los grandes simios fueron criados por humanos y no tienen las habilidades básicas para sobrevivir en un hábitat salvaje. No sabrían proveerse de alimento y las madres son incapaces de ocuparse de sus crías.

El CGA se levanta en una zona boscosa de 40 hectáreas en la localidad rural de Wauchula, rodeado por los naranjales del centro de Florida.

La entrada no llama la atención. Los caminos de tierra pisada serpentean entre los árboles, conectados por corredores elevados que los simios pueden recorrer. En los claros se levantan las jaulas, como grandes pajareras, llenas de plantas y juegos a los que treparse.

El santuario es, además, una de las pocas cosas que ocurren en Florida con sigilo, sin la usual fanfarria que suele acompañar a las tantas atracciones turísticas.

No es un zoológico ni un parque, no se promociona ni recibe visitantes. Sólo los donantes, por invitación, pueden ir un par de veces al año a conocer a los simios. Pero ni ellos tienen permiso para publicar fotos en las redes sociales.

La fundación que creó Patti Ragan ocurrió casi espontáneamente. Ella vivía en Miami y era voluntaria en el zoológico cuando, en 1990, le pidieron que se ocupara de un orangután bebé debido a la experiencia en el tema que había adquirido en Borneo.

Un año después, se sumó al equipo un chimpancé bebé y en 1993 Ragan registró el santuario como una organización sin fines de lucro.

Fuente: Diario Clarín de Argentina.