Los impactos negativos de los fuegos artificiales (Opinión)

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*A través de la siguiente columna, Daniel Hasson Kalkstein, abogado y docente universitario, nos explica los efectos negativos que conllevan el lanzamiento de los fuegos artificiales.

Alrededor del año 200 a.c., habitantes de China crearon petardos arrojando tallos de bambú en pozos de fuego. Dicen que el ruido resultante alejaba espíritus malignos. Luego, alquimistas chinos introdujeron pólvora junto con sustancias como carbón, azufre y potasio en los brotes de bambú y las encendieron con una antorcha y, a medida que más culturas experimentaron con la pólvora, los fuegos artificiales superaron fronteras.

Tiempo después, en la Edad Media, países europeos comenzaron a producir fuegos artificiales para fiestas y ocasiones como bodas reales. En nuestro continente, un año después de que Estados Unidos declaró su independencia, los relatos tanto de John Adams como de la Virginia Gazette dicen que los antiguos colonos lanzaron fuegos artificiales para celebrar.[1]

Siglos después, los fuegos artificiales evolucionaron en diseño y tecnología y, por supuesto, se masificaron a nivel global, en esto, nuestro país no fue la excepción. En Chile, el 31 de diciembre de 1953 comenzó en Valparaíso el primer espectáculo masivo de fuegos artificiales con una duración de cuatro minutos.[2] Actualmente, estos espectáculos son desarrollados periódicamente por las municipalidades, a través de licitaciones de suministro, provisión y ejecución de fuego de artificio y la regulación de los fuegos pirotécnicos está contenida en el Decreto 400 que fija texto refundido, coordinado y sistematizado de la ley N° 17.798, sobre control de armas y en su Reglamento complementario. Reglamento complementario que, entre otras cosas, contiene la clasificación y alcance de artificios pirotécnicos, definiendo, en lo aquí pertinente, que los fuegos artificiales de exterior son aquellos elementos pirotécnicos utilizados en espectáculos de exteriores y destinados a una asistencia masiva de público, entre los que se encuentran los fuegos artificiales aéreos, de mediana altura, terrestres o a ras de suelo y elementos de conexión.[3]

Contextualizado lo anterior, es momento de desarrollar la idea de que el ejercicio de estos espectáculos pirotécnicos produce múltiples efectos perjudiciales.

En primer término, los fuegos artificiales tradicionales sonoros están por sobre el límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tienen una afectación perjudicial en colectivos con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y trastorno del procesamiento sensorial, los cuales no perciben los estímulos auditivos de manera habitual reaccionado significativamente frente a ruidos de alto impacto.[4] Todo esto, sin perjuicio del daño a los recién nacidos y a adultos mayores, entre otros sectores de la población.

A su vez, respecto a los animales no humanos, el estruendo de los fuegos artificiales, sus sonidos y luces, provoca en las mascotas un profundo miedo y estrés. Naturalmente estos estallidos se identifican como una señal de peligro, generando pánico y conductas no habituales como escapar, saltar cercos o ventanas, incluso, morir atropellados. En lo concerniente a la fauna silvestre, el ruido de las explosiones genera estrés, pánico masivo y desorientación de alto riesgo. Las perturbaciones y muertes producto de la pirotecnia en animales silvestres es irreversible, el daño es abismante en mamíferos pequeños, animales acuáticos, y, sobre todo, en las aves.

Si todo lo anterior no es suficiente, las sustancias y componentes con los que son preparados estos artificios liberan elementos que aumentan el material particulado y la contaminación. En efecto, concentrados en cortos períodos de tiempo, estos artefactos disipan de manera severa los niveles de contaminación[5], es más, según datos recogidos por la Agencia Federal del Medio ambiente de Alemania, se liberar alrededor de unas 5.000 toneladas de partículas en el aire, equivalente a dos meses de tráfico por carretera, cuestión que incide inexorablemente en el cambio climático.[6]

El desarrollo precedente va en línea con los municipios que bien han optado por manifestar euforia colectiva sin necesidad de dañar el entorno, la flora, fauna y la calidad del aire, pues el paradigma de la satisfacción inmediata que caracteriza a los animales humanos debe ser cuestionado, un mero instante de regocijo, explosiones y luces, tiene implicancias permanentes, desechos de un sólo uso, evidentemente sin ningún tipo de reciclaje, bajo una fulminante irresponsabilidad medioambiental.

Esta reflexión invita a cuestionarnos si realmente es necesario el uso de la pirotecnia como señal de celebración, pues, después de todo, debemos llamarlos fuegos artificiales o juegos pirotécnicos, pues el prefijo <piro> significa fuego, por lo que decir ‘fuegos pirotécnicos’, resultaría redundante e innecesario; muy innecesario.

[1] Wolters, Claire. Fireworks. National Geographic, 2019.

[2] Villagra, Nicole, Bio Bio, 2012; Mundo Marítimo, 2012; y Terminal Pacífico Sur Valparaíso, 2012.

[3] Art. 285 del Decreto 83 que aprueba reglamento complementario de la ley Nº 17.798, sobre control de armas y elementos similares.

[4] International Journal of Developmental and Educational Psychology, 2014; y Vidal, Leonardo. Universidad Central, 2020.

[5] Escuela de Salud Pública, U. Chile., Dra. Verónica Iglesias, 2020

[6] García, Tere, El País, 2021