#BIOBIO La nueva vida de regaloneos en parque de Quillón de tres pumas rescatadas por el SAG

326
441

A 80 kilómetros de Concepción se encuentra emplazado el Bioparque Quillón, el cual alberga 60 especies de animales, con más de 200 ejemplares que están distribuidos en cuatro hectáreas. Entre ellos se encuentran tres pumas: Pargua, Nina y Pumi, quienes, luego de ser rescatadas por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), están al cuidado en el parque del matrimonio conformado por Patricia Campos y Cristián Anguita y con la colaboración, desde el año pasado, del veterinario Luis Villarroel.

Pargua, que en mapudungun significa Luna Llena, fue la primera que llegó. “Vimos en la televisión que el SAG había rescatado una pumita que estaba en la Universidad San Sebastián. Así que llamamos al SAG para ver el destino de este animalito”, señala el matrimonio.

La puma había sido atropellada por un camión forestal en las inmediaciones de Cañete. “Según dice el chofer que la encontró iban dos, pero el camión golpeó a una”, explica Patricia. Personal del SAG trasladó al animalito al Hospital de Cañete donde le sacaron las radiografías y luego fue enviada a la universidad penquista. La felina presentaba dos cicatrices cerebrales, las que les ocasionaban una tetraplejia, es decir, no podía mover ninguna de sus cuatro extremidades. Actualmente tiene tres años y está recuperada y llevando una nueva vida en el parque.

A los 10 meses llegó la Pumi y al mes siguiente la Nina, ambas hermanas de dos años que fueron rescatadas desde la cordillera en Aysén. “Un agricultor encontró a estas dos crías de puma en la cordillera y las entregó al SAG. Pero es raro que alguien vaya caminando y se encuentre con dos cachorritas”, manifiesta el matrimonio, el cual tiene un hijo de 10 años, Cristián, quien fue quien bautizó a una de las pumitas como Pumi. La Nina, en tanto, recibió ese nombre por aysenina.

Nina había sido solicitada al SAG para que fuera trasladada a un centro de exhibición en Rancagua, mientras que la Pumi llegó en avión a Concepción y horas más tarde a la fundación para la protección de la vida silvestre.

“La Nina extrañaba mucho a su hermanita, pasado un mes no quería comer, así que el SAG la envió por vía aérea para acá. Cuando se reencontraron primero se miraron y se desconocieron, pero después fueron inseparables”, relata Patricia Campos.

“Nunca han atacado a nadie y los juegos dependen del carácter de ellas. Desde chicas han estado con nosotros, y los lengüetazos son como de los gatos pequeños, pero a medida que van creciendo la lengua se va transformando en una lija que cada vez tiene mayor aspereza”, aseguran, agregando que los pumas adultos pueden pesar entre 30 a 90 kilos.

VIDA DE PUMAS

En cuanto a la posibilidad de cruzar a las felinas, los encargados del Bioparque explican que “sacar crías de pumas significa que esas crías necesitan un hogar, y por tanto, esos animales van a ocupar un nicho que pueden servir para un animal silvestre que se encuentre con necesidad de un albergue”.

Al consultarles por el tema de la reinserción de las pumas a su hábitat natural, Cristián Anguita señala que “la reinserción de animales silvestres accidentados es bastante baja, más de lo que las personas supone. Aquí hay que ser bien claro y bien drástico. Los animales cuando sufren ciertos accidentes, nunca van a poder ser reinsertados y cuando uno lo hace, debiera tener un estudio técnico que nos permita evaluar que en ese ambiente el animal va a poder sobrevivir”, sentencia.

A modo de ejemplo, añade que “si crío un animal y lo suelto en un ambiente que está propicio, ese lugar ya está ocupado por un animal de esa misma especie silvestre, por lo tanto, va a pelear por el territorio”.

En cuanto a la alimentación, Luis Villarroel indica que “todos los días en la mañana se alimentan a los animales y se deja un día en el que no se les da comida a los carnívoros, para tratar de asimilarlos lo máximo posible a su dieta natural”.

Las pumas comen carne, ya sea de vacuno o pollo, también se les dan vísceras y un suplemento que contiene las vitaminas y proteínas para la alimentación de los carnívoros. Para alimentar a los más de 200 ejemplares se necesita una gran cantidad de dinero, el que se obtiene gracias a los visitantes del parque y algunas donaciones eventuales.

EL BIOPARQUE

Este bioparque está abierto de martes a domingo de 11 a 20 horas en período de las vacaciones escolares y, cuando los niños están en clases, abre sólo sábado, domingo y festivos. El valor para entrar es de tres mil pesos adultos y niños de dos a doce años, de dos mil pesos.

El próximo 8 de septiembre cumple tres años abierto al público y en el terreno que funciona, que fue entregado en comodato por una empresa forestal. Este se encuentra emplazado en el kilómetro 7,2 en el camino de Quillón a Cerro Negro.

“Nos cambiamos de ciudad, porque Cristián quería iniciar un proyecto de flores. Se compró un campo por este sector y me decía que dejará mi trabajo y nos dedicáramos a los animales silvestres, pero yo le dije que no podía vivir sin mis perros y gatos”, sostiene Patricia, quien es técnico veterinario y se desempeña como relacionadora pública del Bioparque Quillón.

El 2010 adquirieron el predio y el primer animal que llegó fue Kimba, una leona que actualmente se encuentra embalsamada en el restorán del lugar.

“Era una leona que llegó de un circo, estaba muy bien mantenida, pero lamentablemente tenía problemas asmáticos”, relata Cristián Anguita, quien es agrónomo de profesión.

¿Por qué este amor por animales silvestres? “Creo que es un bichito que uno tiene siempre, lo que pasa es que llega un minuto en que uno lo comienza a desarrollar”, responde Anguita. “Comencé a trabajar en la Protectora de Animales de Concepción. Toda mi vida he sido animalista y moriré animalista. En la protectora conocí a Cristián”, añade a su vez su esposa por más de 15 años, Patricia Campos. J

Fuente: La Estrella de Concepción

Los comentarios están cerrados.