Después de 4 meses de arduo trabajo en conjunto entre el gobierno Keniano y grupos conservacionistas de aquel país africano, se logró trasladar a los ejemplares sanos y salvos a una reserva natural.
Los herbívoros vivian en la Isla Longicharo en el lago Baringo, porque rescatistas los habían llevado ahí para protegerlos de cazadores furtivos ya que es un lugar de difícil acceso. Sin embargo, por la gran deforestación la isla comenzó a hundirse y de dejarlos allí habrían muerto ahogados o por inanición.
Según la asociación animalista Northern Rangelands Trusth, los animales fueron trasladados uno por uno en barcazas y se les tentó con maduros mangos para atraerlos. Cabe destacar que estas jirafas pertenecen a la subespecie Rothschild.
Es de esperar que puedan vivir tranquilas en su nuevo hogar.
