Todo comenzó cuando Penka, una vaca de Bulgaria, cruzó la frontera de su país hacia Serbia el pasado mes de mayo. El animal se encontraba pastando tranquilamente en una granja del pueblo de Kopilovtsi cuando, sin conciencia de lo que hacía, caminó más allá de lo permitido.
La vaca fue condenada a muerte por traspasar las fronteras de la Unión Europea sin documentación. El animal fue detenido cuando intentaba regresar a Bulgaria con la ayuda de un granjero serbio, que la encontró rondando en su propiedad y la identificó por su insignia.
Serbia no pertenece a la UE y de acuerdo a la reglamentación, Penka debía ser examinada antes de volver a su país de origen al haberse puesto en “cuarentena” por alejarse unos kilómetros de su casa.
Los funcionarios búlgaros descubrieron que la vaca estaba preñada y a pesar del favorable informe de los veterinarios, las autoridades recomendaron que debía ser sacrificada con el fin de evitar la posible entrada de enfermedades a la región.
El dictamen indignó al propietario de Penka, Ivan Haralampiev, y a la opinión pública, que consideraba insólita la norma europea en este caso. La asociación animalista Four Paws abrió una petición en change.org para salvar a la vaca bajo el hashtag #SavePenka (Salva a Penka) con el apoyo de 30.840 personas y el caso pasó a ser contingencia nacional.
El portavoz de Four Paws, Yavor Gechev, dijo que la agencia búlgara de seguridad alimentaria “han demostrado ser unos burócratas insensibles, para quienes los animales son solo números y no seres vivos (…) Fueron demasiado lejos al insistir en que mataran a Penka. Como excusa, señalaron que estaban obligados a cumplir la legislación de la UE”, dice Gechev según recoge El País.
Tras una ardua lucha legal y mediática las autoridades decidieron que Penka no sería sacrificada. Las autoridades búlgaras anunciaron que la vaca no será sometida a pena de muerte, ya que los exámenes veterinarios demostraban que Penka estaba saludable.
Fuente: Emol.com