Los desastres y las situaciones de riesgo causadas por fenómenos naturales son comunes en nuestro territorio debido a la geografía de Chile, por ello, somos propensos a terremotos, lluvias y hasta sequías que moldean la manera en la que habitamos el país. Por lo anterior, se ha construido una cultura de prevención ante las fuerzas de la naturaleza que de forma constante se manifiestan. Por ello, la población reacciona de manera óptima ante emergencias naturales, sin embargo, vale la pena preguntarse si ¿Chile reacciona de la misma manera ante los riesgos causados por el ser humano?
Los desastres y situaciones de riesgo que surgen por fallas humanas o de origen antrópico son más comunes de lo que se cree e involucran varios elementos sociales y culturales que influyen en un posible daño al ser humano.
El caso de la zona de Quintero y Puchuncaví es el perfecto ejemplo de este tipo de desastres, porque se conjugaron varios factores para que esta zona de la quinta región sufriera una emergencia medioambiental y sanitaria de envergadura.
Para la directora del Observatorio en Gestión de Riesgo de Desastres de la Universidad Bernardo O’Higgins, Fabiola Barrenechea, la situación de Quintero se enmarca claramente en la definición de un desastre Antrópico, pero aseguró estar sorprendida con la reacción de las autoridades ante la emergencia: “llama la atención que no se haya asumido la responsabilidad y el liderazgo en el combate de esta emergencia. Al contrario, los Ministerios se traspasaban la responsabilidad mutuamente, perdiendo el foco de lo realmente importante que son las personas afectadas”.
Pero este factor no es el único que ha afectado el combate de la emergencia. Según Barrenechea hay otros dos elementos que son primordiales para entender la gravedad de la situación que sufre la zona y que demuestran la poca experiencia que tiene el país lidiando con los desastres producidos por el ser humano.
Poca fiscalización y falta de marco regulatorio
Luego de una situación de emergencia llegan los balances, que en la mayoría de los casos concluyen en una legislación débil y carente de aristas que la hagan más competente y regulatoria. Si bien en el caso de Quintero esta tónica se repite, se debe mirar en detalle para poder entender cómo se produjo una situación de estas características.
Para la directora del OBGRD, el primer punto que se debe analizar es la vigencia de la legislación medioambiental, porque “las normativas de Medio Ambiente datan de 1994 y no son retroactivas, es decir, que todo lo que se instaló antes no se encuentra cubierto por la ley de medio ambiente, y teniendo en cuenta que el cordón de Quintero funciona desde 1960, es un tema que definitivamente contribuyó a la emergencia”, recalca.
Además, la experta criticó la falta de planificación urbana en la zona, señalando que “no existió una planificación territorial ni de la Municipalidad, ni del Ministerio de Vivienda y Urbanismo quienes son los que aprueban los instrumentos de ordenamiento territorial, porque si se analiza la distribución de la ciudad, el cordón industrial se encuentra muy cerca de las zonas urbanas”.
Por último, Barrenechea hizo un llamado a fortalecer el rol de la ONEMI en este tipo de emergencias, entregándole mayores potestades fiscalizadoras y de coordinación: “Hace falta una Onemi empoderada que tenga la potestad de fiscalizar y controlar a los organismos que integran el Servicio de Protección Civil. La Onemi en este minuto participa solo como coordinador de recursos, no puede imponer ni obligar a ningún servicio, solo debe apuntar a la voluntad para que ellos quieran realizar medidas preventivas y en el caso de respuesta”.
Cultura y responsabilidad social
Sorprende la comparación en la reacción que los chilenos tienen ante desastres naturales y los desastres antrópicos. Porque parecemos estar mucho mejor preparados para afrontar un terremoto que un derrame químico o una nube tóxica.
Para la investigadora de la Universidad Bernardo O’Higgins, la sociedad civil debe tener un papel protagónico en la prevención y reacción ante este tipo de emergencias, porque “la situación de Quintero se debe a un desconocimiento por parte de todos, porque muchas veces las personas piensan que no tienen formas de participación en estos sistemas de evaluación y si existen. La gente debe organizarse y tomar un rol activo en las situaciones de riesgo antrópico, porque existen las instancias en los distintos ministerios y oficinas gubernamentales. En definitiva, debo saber a lo que estoy expuesto y tengo que conocer los instrumentos que me permiten denunciar prácticas o daños que deterioren la calidad de vida”, sentenció.