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Veamos a los médicos veterinarios como aliados y no enemigos (Editorial)

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Cada cierto tiempo, ya sea mediante los medios de comunicación masivos o las redes sociales, aparecen antecedentes relativos a denuncias contra clínicas y profesionales veterinarios relativos a presuntas negligencias veterinarias o malos entendidos producidos bajo el contexto de una atención hacia nuestros amigos peludos. Un tema que para comprenderlo y buscar vías de solución requiere, precisamente, analizarlo desde una perspectiva multifactorial.

No se trata de abanderizarse en alguno de los lados, considerando tanto el lado gremial veterinario como de los tutores, sino que debemos partir desde dos premisas básicas: en el caso de la perspectiva animalista no se debe olvidar nunca que los médicos veterinarios pueden transformarse en aliados estratégicos para el desarrollo de nuestra labor no convirtiéndose así en nuestros enemigos y si bien actualmente las herramientas dadas por la normativa vigente, como es el caso de la ley del consumidor y la figura de la culpa, son acotadas hay que trabajar con ellas con el fin, a la larga, evitar la impunidad de hechos o procedimientos en los cuales simplemente hubo mala praxis veterinaria.

Bajo este contexto, uno de los problemas que hemos percibido, sin el ánimo de bajarles el perfil a las denuncias realizadas el último tiempo por posibles negligencias veterinarias, es un dilema de comunicación entre las partes: por un lado, el tutor no acude en ocasiones a tiempo a los recintos de salud junto a su animal y, además, no verbaliza de forma expresa si no comprende las indicaciones entregadas por el médico veterinario. Este último, en tanto, por cansancio o poco tiempo a veces no explica de una manera clara y cercana no sólo los procedimientos realizados sino también los riesgos asociados.

La suma de todos esos factores trae como consecuencia problemas de comunicación entre las partes, que generan como resultado final la no concreción de una alianza beneficiosa en pro de los animales y el trabajo de los rescatistas. También otro punto crítico, originado desde el mundo del rescatismo, tiene que ver con el concepto un poco manoseado de “veterinarios con vocación”: todos podemos sumarnos a la causa animal desde nuestras capacidades aportando en la cadena de amor formada en pro de nuestro hermano peludo, sin embargo pretender que el médico veterinario atienda “gratis” al animal por ser rescatado desde la calle es una frescura – si no hay plata, se pueden buscar alternativas que ayuden a juntar los fondos necesarios. Todos cobramos por nuestros trabajos, a excepción si se trata de una labor voluntaria-.

En este sentido, frente a la interacción tutor-rescatista-médico veterinario la clave está en lograr una comunicación fluida, sin interrupciones de ningún tipo y la cual esté dentro de una misma lógica discursiva para que así haya entendimiento mutuo.

Y si hay presencia de una mala praxis profesional, no dejes que el caso quede impune y has las denuncias respectivas. Todos comprendemos el enojo e impotencia que uno puede sentir frente a la pérdida de algún miembro peludo de nuestra familia, pero no se puede acusar a diestra y siniestra sin tener las pruebas que logren sustentar lo argumentado en el escrito.

En definitiva, la invitación a todos es que nos esforcemos a lograr una comunicación fluida y buscar entender al otro más que juzgarlo. Sólo así lograremos construir la cadena de favores en pro de nuestros hermanos peludos, incluyendo a todos y no excluyendo a nadie.

                                                                         Equipo de Protección Animal EPA Chile 

#PUNTOLEGAL ¿Qué hacer frente a un caso de negligencia veterinaria?

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