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Tristeza absoluta: jóvenes voluntarios ucranianos fueron asesinados cuando estaban trabajando por los animales abandonados de su país

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Tristeza, impotencia y desolación absoluta son algunos de los sentimientos que prima en la comunidad animalista mundial, tras conocerse el deceso de jóvenes voluntarios ucranianos que, pese a los riesgos de estar viviendo en un país bajo guerra, decidieron quedarse en su tierra luchando y asistiendo a aquellos que no tienen voz. Según los primeros antecedentes, las víctimas fueron asesinadas por fuerzas militares rusas, las cuales están invadiendo Ucrania desde el pasado 24 de febrero.

Anastasia Yalanskaya era una chica de 26 años, proveniente de Ucrania y, pese a los ruegos de sus familiares, decidió quedarse en su tierra buscando ayudar a los animales abandonados. Bajo ese contexto, el pasado sábado la voluntaria junto a dos amigos se trasladó a un refugio de canes en Bucha, lugar distante a 30 kilómetros de Kiev, con el fin de llevar comida a los animales que hace tres días no tenían comida. 

Cuando estaban regresando del lugar, según denuncian sus familiares, fueron atacados por fuerzas rusas. Si bien desconocen los motivos que originaron la acción, el trasfondo del actuar responde, señalan, a disparar a la población civil al azar con el fin de crear un pánico colectivo y de esta forma ir apaciguando la férrea resistencia ucraniana registrada hasta el momento. 

Anastasia trabajaba como entrevistadora laboral hasta el estallido de la guerra, hecho que la motivó a generar una cadena de ayuda hacia el prójimo. Sus intenciones las fue posteando mediante un blog de telegram, donde manifestó: “no tenemos miedo. Estamos unidos como nunca antes. Nos ayudamos mutuamente. Nos paramos durante horas en los controles de carretera y agradecemos a quienes nos protegen”, dijo Anastasiia a través de esa red social. 

Al igual que Anastasia, Natasha Derkach a lo largo de su vida fue una abnegada activista y rescatista de animales que, precisamente, partió de este mundo haciendo dicha labor luego de ser alcanzada por las explosiones desatadas a causa del atentado acaecido en la ciudad de Dnipro. «Natasha ya no existe… nuestra familia de voluntarios se convirtió en una persona maravillosa corta. Ella cuidó a casi todos los perros en Rokossovsky y Yalovshchyna; alimentó a todos los que conoció en su camino y ahora muchos animales se quedan sin su cuidado», posteó un amigo de la víctima en las redes sociales en torno a Natasha luego de conocerse su muerte. 

En definitiva, dos historias protagonizadas por mujeres que, pese a tener la posibilidad de emigrar a zonas seguras lejanas al escenario bélico, decidieron entregarse en cuerpo y alma a ayudar a quienes también sufren las consecuencias de la guerra entre Moscú y Kiev. Un ejemplo de amor hacia nuestros amigos peludos, sin lugar a dudas. 

Andrea Cisternino, el italiano que prefiere morir a dejar abandonados a los más de 450 animales de su refugio en Ucrania

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