Algunos de los jefes de Estado que llegaron este lunes hasta el Elíseo para la mini cumbre migratoria organizada por Emmanuel Macron se encontraron con una recepción inesperada. La de Nemo, el perro que el presidente francés acaba de adoptar y que ya se ha convertido en la nueva estrella del palacio presidencial francés.
Según ha informado el Elíseo, Nemo es un labrador negro cruzado con grifón de casi dos años. Hasta que los Macron lo adoptaron este fin de semana, vivía en un refugio de la Sociedad Protectora de Animales (SPA) en Tulle, en el centro-sur del país y feudo político del predecesor de Macron, François Hollande, orgulloso dueño también de un labrador, como casi todos los presidentes franceses de la V República. El nombre fue elegido por el propio presidente en honor del capitán Nemo de la novela de Julio Verne Veinte mil leguas de viaje submarino que tanto le gusta a Macron.
Aunque apenas lleva unas horas en el Elíseo, su adaptación parece completa, en vista de su comodidad a la hora de pasearse por los salones donde este lunes Macron recibió primero a los miembros de su gobierno en el comienzo del curso político y, después, reunió a siete jefes de Estado y de Gobierno, incluidos Mariano Rajoy y Angela Merkel.
La oficina de la primera dama, Brigitte Macron, también distribuyó fotografías del nuevo residente del Elíseo, del que el presidente, a pesar de no haber tenido nunca antes un perro, se enamoró nada más conocerlo, el domingo, revela Le Figaro. Eso sí, el encuentro no fue casual. Brigitte Macron visitó uno de los refugios de animales a comienzos de agosto y reveló que su marido buscaba un perro para adoptar. La primera dama dio unos “criterios” según los cuales la protectora buscó a un candidato ideal, que hasta que se convirtió en la nueva mascota de los Macron se llamaba Marin, explicó al diario la presidenta de SPA, Natacha Harry.
Nemo toma así el testigo de Philae, la perra labrador —esta raza es una de las preferidas de los presidentes franceses desde Georges Pompidou— que Hollande recibió como regalo en 2014 de la Federación de Antiguos Combatientes de Montreal y que sigue al lado del ya expresidente francés. De hecho, al igual que en Estados Unidos, donde salvo Donald Trump todos los presidentes han llevado un perro o han adquirido uno durante su estancia en la Casa Blanca, la presencia canina en el Elíseo es también una tradición.
La llegada del residente canino coincide con horas bajas en el Elíseo, después de que una encuesta revelara el domingo que la popularidad de Macron sigue cayendo en picado, un récord de 14 puntos en agosto que sitúan su aprobación en 40%, un nivel mínimo para un presidente a solo tres meses de mandato.
Los perros presidenciales han sido objeto de constantes anécdotas en los últimos decenios, aunque no siempre para bien. En 2012, se reveló que las mascotas de Nicolas Sarkozy (2007-2102) y Carla Bruni, habían “vandalizado” los muebles estilo imperial del Salón de Plata del Elíseo, cuya restauración costó más de 6.000 euros. Pero el perro que sigue en la memoria de muchos franceses es Baltique, la mítica perra labrador que acompañó a François Mitterrand durante sus últimos años en el Elíseo y que aguardó fuera de la iglesia durante los funerales del presidente, sostenida de la correa por un antiguo ministro de su fallecido amo. Una imagen que incluso inspiró una canción, Baltique, del cantante francés Renaud.
Fuente: El País