14 de Junio 2019
No sólo los adultos sino, también, los niños a través de su trabajo e imaginación pueden ayudar en el desafío de construir un mundo más amigable para todos los animales, una utopía para algunos, pero que es posible de concretar. Un ejemplo de lo anterior es lo realizado por Agustina Martínez Gálvez, hija de nuestros compañeros de equipo Carolina y Ariel, una chica de 11 años que en en el colegio escribió una tierna historia de empatía animal.
Lo anterior se concretó en la clase de Lenguaje y Comunicación, instancia en la que Agustina escribió la historia titulada “El Perrito Abandonado” y que te la presentamos a continuación:
“Había una vez un perrito de nombre Poopy, el tenia un hogar donde sus dueños le pegaban con látigos, lo maltrataban y no le daban de comer. Poopy era un perrito muy viejo y como era muy anciano sus dueños ya no lo querían, un día los dueños decidieron buscar otra mascota y vieron en una tienda de perros una perrita de raza joven que les gusto, y querían las crías para venderlas y hacer negocios para ganar dinero, entonces la compraron.
Poopy, el perrito anciano, ya les molestaba y decidieron abandonarlo: un día los dueños tomaron el auto y cargaron al viejo perro al vehículo. Poopy pensaba que lo sacarían a pasear y se fue junto con ellos contento, después de muchas horas de viaje pararon a una carretera oscura y con lluvia, lo bajaron y simplemente se fueron.
Había mucha lluvia y hacia frío Poopy se acurruco bajo un árbol, Poopy paso toda la noche bajo la lluvia hasta que paso por la carretera una camioneta con dos personas una mujer y un hombre. Poopy al verlos se asusto y ladraba, creía que le harían daño, ellos se acercaron y le hicieron cariño lo cubrieron con una manta seca y lo subieron a la camioneta: el pensó que lo querían vender y ellos al llegar a su casa no sabían que hacer con el viejo perro, lo llevaron al veterinario y vieron que estaba muy flaco y dañado.
Fue tanta la impresión que decidieron quedarse con el y lo adoptaron, Poopy aun recuerda a sus antiguos dueños con mucha tristeza pero ahora esta feliz con sus nuevos dueños.
Poopy fue feliz para siempre. ❤”.
Y, ¿qué harías tú para incentivar la empatía animal en los niños?
#TENDENCIAS La historia de Martina Orrego y su apuesta por un mundo con más conciencia pro animal