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#TENDENCIAS A un año del fallecimiento de Ramba, la elefanta que nos cautivó a todos

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Luego de estar poco más de dos meses en el Santuario de Elefantes de Brasil, Ramba fallecía el pasado 27 de diciembre del 2019, impactando a Chile y el mundo entero por su repentina partida a causa de la enfermedad renal crónica que padecía, según determinó la necropsia realizada a su cuerpo. Esta es la historia de Ramba y su camino a la vida en libertad, años de esfuerzo e intenso trabajo que tenían como fin único: el bienestar del animal, respetando las características propias de la especie. 

Si bien no hay claridad de los primeros años de la elefanta, se estima que a la fecha de su muerte tenía alrededor de 60 años, de los cuales 40 años los pasó como animal de circo, tristemente. Llegó a Chile a mediados del año 1997, proveniente desde Mendoza, de la mano del empresario Eduardo Val, siendo decomisada meses después por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) a causa de que el contrato de compra venta no se ajustaba a los requerimientos exigidos por la Convención CITES. 

“Fue internada a Chile con un contrato de compra venta procedente de un taller mecánico de Mendoza, o sea,  comprenderás que eso no tiene nada que ver con un certificado CITES. Sin embargo, el SAG la decomisa, como corresponde, pero la entrega en custodia al mismo infractor y eso es algo que tampoco autoriza CITES, es más, es lo opuesto al espíritu CITES . En este caso es el mismo infractor del año en que es fiscalizado. La elefanta Bamba el año 97 es decomisada a un circo argentino de propiedad del señor Eduardo Val”, explicó la abogada Florencia Trujillo, de Ecópolis Disciplinas Integradas, respecto a los primeros pasos de Ramba en Chile. 

Pese al decomiso, Val vende al empresario Joaquín Maluenda, del Circo Las Tachuelas, a Ramba el año 1998. Este último, incluso, apela al actuar del SAG, comentando que: “ese decomiso  le es inoponible,  porque él no es la persona a quien decomisaron el año 97. Era otro señor, por lo tanto,  él no tiene nada que ver en este cuento, me entiendes, y que la elefanta era de él. En el fondo pide que le reconozcan como propietario y el SAG ese año 2003 le dice nosotros como autoridad confirmamos el decomiso de Ramba del año 97, pero además de confirmarle el decomiso de Ramba,  le comunicamos que le decomisamos a todos sus animales porque usted no es capaz de acreditar legítima procedencia u origen legal. Ese es un término legal, legitima procedencia u origen legal», señaló Florencia. 

Al igual que la vez anterior, pese a los animales estar decomisados de acuerdo a lo determinado por el SAG, estos continuaron bajo el poder de Maluenda. De esta manera, durante los siguientes 10 años Ramba continuó siendo parte de las presentaciones de Los Tachuelas, dónde debía, entre otras acciones, subirse a una tarima  «pequeña en cuatro patas, dando vueltas alrededor de esa tarima, siendo capaz de levantar una pata delantera y la opuesta para pararse sólo en dos patas. Además, se sentaba en la tarima cuando se lo pedían, levantaba la trompa, la enroscaba, se lanzaba al suelo y permitía que se subieran sobre ella», contaba  The Clinic en un reportaje que daba cuenta de la historia de la elefanta. 

Ramba en el Circo Los Tachuelas

De forma paralela a lo anterior, se conformaba un equipo bajo el alero de Ecópolis Disciplinas Integradas que buscaba, por un lado, exigir al Estado Chileno el cumplimiento de los puntos de la Convención CITES y, por el otro, lograr la liberación de Ramba que se tradujo en la recordada campaña “Liberen a Ramba”. 

«Cuando nosotros iniciamos la campaña liberen a Ramba, nosotros ya habíamos hecho un trabajo previo, preparatorio de la campaña que fue llevar expertos en comportamiento animal a observar a en el circo y estos expertos levantaron informes y,  además por ley de transparencia,  requerimos toda la información respecto de Ramba y del circo y además hicimos contactos con el Santuario de Tennessee a quien enviamos toda la información,  por supuesto traducida,  y logramos el acuerdo con ellos para que ellos puedan apoyar en esta campaña. Además nosotros enviamos un informe a la Secretaría CITES  en Ginebra, ese informe fue llevado por mano por Elba Muñoz del Centro de Primates  que nos colaboró con esto. Entonces  fue un camino largo,», rememoró Florencia. 

Bajo este contexto, el SAG, en la primera administración de Michelle Bachelet, buscaba concretar un acuerdo con Los Tachuelas: ellos retiraban a Ramba de las funciones de circo, la trasladaban a la parcela de La Pintana de la familia y el organismo le entregaba la custodia del animal. Tratativas que fueron rechazadas por parte de Ecópolis, iniciándose la denuncia respectiva por maltrato animal contra Maluenda a causa de las condiciones de vida del animal que culminó con la condena de Maluenda por el delito ya señalado y la orden de incautación y traslado de Ramba al Parque Safari de Rancagua, desde La Pintana. 

El resultado logrado, a juicio de la abogada Trujillo, respondió a una estrategia multidimensional. «No solamente fuimos a la Contraloría sino que además decidimos judicializar el tema, esto significó que el Servicio Agrícola Ganadero finalmente creara, también a solicitud nuestra, solicitud digamos con pintura de guerra, un equipo interdisciplinario de personas de distintas universidades que incluyó a nuestro experto, Melvin Richardson, experto norteamericano que en paz descanse, falleció hace poco y se constituyeron en La Pintana para hacerle evaluaciones a Ramba. Todas estas evaluaciones sólo fueron siempre de carácter ocular y  no fueron clínicas, o sea,  no se les sacó sangre ni se le hicieron exámenes de pichi, caca, nada. El  SAG no publicó estos informes y solo pudimos tener acceso al informe de nuestro consultor Melvin Richardson,  que evidentemente fue lapidario y nosotros hicimos público ese informe, lo hicimos parte de la campaña:  no podíamos permitir que quedara en secreto las condiciones deplorables en las que se encontraba la elefanta Ramba y todo esto digamos derivó en la judicialización del tema que lo hicimos paralelamente a lo de la Contraloría. En la Contraloría persiguiendo la responsabilidad administrativa del SAG -por no cumplimiento de CITES- y en el tribunal persiguiendo la responsabilidad penal del señor Maluenda: el resultado de la condena, maltrato animal por omisión en el deber de cuidado y respecto del comercio indebido,  se declara la prescripción por el paso del tiempo pero se confirma la ocurrencia del hecho», comentó la profesional. 

El arribo al Parque Safari

Ramba llegó al lugar durante los primeros días del 2012, iniciándose así una estadía que se prolongaría por casi 8 años. El trabajo con la elefanta, además de preocuparse por su salud, involucró no sólo ver la disponibilidad de los santuarios de elefantes existentes sino, también, gestionar los permisos correspondientes para el traslado del animal hasta su residencia definitiva. 

La elefante “llegó en mal estado de salud al Parque Zafari de Rancagua, más que nada presentaba baja condición corporal, tenía una condición podal (referente a las patas) deplorable y en la mayoría de la superficie de su cuerpo tenía abscesos. Viéndola, desde una perspectiva clínica, podemos decir que no llegó muy bien”, recordaba Carolina Nazar, médico veterinaria a cargo del equipo de profesionales que cuidó a Ramba en Chile, en una entrevista hace un tiempo con epanews.cl. 

Además, tenía «una deshidratación evidente que se veía en su piel, manifestada tanto en la ingesta de agua como en el acceso a ella para poder rosearse agua en su cuerpo ya que a los elefantes les gusta echarse sobre el agua. Las condiciones de Ramba no eran las correctas, para nada», agregó Nazar.

Después de muchos meses de trabajo, poco a poco Ramba fue recuperando su estado de salud, proceso en el cual desde los inicios se manifestaron los síntomas de la enfermedad renal que padecía. 

“La insuficiencia renal crónica fue evidente, desde que le tomamos las primeras muestras de sangre y dónde se le hizo un perfil bioquímico. Este, más que nada, puede determinar una enfermedad renal y el día después de que Ramba falleció, se le hizo una necropsia protocolar dónde evidentemente sus riñones estaban deteriorados, con esto se confirma el diagnóstico de su falla renal. Ramba al ser un animal de circo y además  itinerante no contaba con los cuidados necesarios, partiendo por la no existencia de un equipo médico veterinario que estuviera supervisándola y tampoco había cuidado en su alimentación. La alimentación es algo primordial y básico, si no se cumple con los requerimientos nutricionales que necesita cada animal, a la larga vamos a encontrar fallas a nivel sistémico. No era tan evidente la enfermedad de Ramba, sin embargo se podía notar en el olor de su orina -que es característico en una falla renal-, un poco de letargia que sucede cuando hay una falla renal muy avanzada y tenía un aliento diferente. Lo que pasa es que la falla renal, cuando no se hacen exámenes previos, es muy silente: generalmente no tiene muchos signos clínicos evidentes y aparentes, no es como una ictericia donde puedes ver las mucosas con color amarillo. La insuficiencia renal se demuestra cuando ya se encuentra en estado grado 5, cuando la enfermedad ya está muy avanzada», precisó Nazar. 

Hasta lo que parecía un sueño lejano, se concretó: el 15 de octubre del 2019 se inició el traslado de Ramba desde el Parque Safari, hasta el Santuario de Elefantes en el país carioca. Fueron 30 horas de viaje, bajo supervisión veterinaria constante, en las cuales la elefanta no presentó ninguna dificultad. 

Los días de Ramba en el Santuario de Elefantes 

Una vida en total libertad, así podríamos describir los poco más de dos meses que vivió Ramba en el Santuario, momentos en los cuales su gran compañera fue Rana, otra elefante rescatada desde un circo brasileño. 

Durante los primeros días de Ramba en territorio brasileño, explicaba Ecópolis hace un año, «llegó al primer patio (zona donde está el centro de atención veterinaria) y ya disfruta del segundo y tercer patio (el santuario está dividido en zonas de varias hectáreas cada uno y se unen o dividen según la necesidad).  Está muy feliz explorando las grandes extensiones de este terreno,  tan exuberante en naturaleza. Todo esto  ayudará a su tono muscular, perdido durante el último invierno en Chile al tener que estar mucho tiempo dentro del refugio debido al intenso frío. Las caminatas en el santuario las hace cerca de Rana quien es dulce y respetuosa, carácter perfecto para ayudar a Ramba a sanar su alma», indicaba la organización animalista. 

Fue en ese contexto de alegría y libertad que Ramba encontró la muerte. «El jueves por la mañana,  Rana y Maia estaban en el granero sin Ramba: pasaba a veces , a Ramba le gustaba explorar más que Rana, y a veces, Ramba regresaba a los pastos para un baño de barro temprano mientras Rana se quedaba cerca del granero esperando el desayuno. Fuimos a buscar a  Ramba y la encontramos en uno de sus lugares favoritos, el cuarto patio:  ella parecía que estaba durmiendo. Parece que el fallecimiento de Ramba fue repentino, la hierba por todo el lugar donde estaba su cuerpo se encontraba sin tocar. Sólo un elefante perfecto, tumbado en un hermoso pasto, su ojo suavemente cerrado y su dulce cara luciendo tan tranquila», puntualizó el Santuario de los Elefantes de Chapada dos Guimaraes en el Estado de Mato Groso, Brasil, a través de sus redes sociales cuando dio a conocer la noticia del deceso de Ramba a sólo días de culminar el 2019. 

Tras la partida de Ramba, junto con la tristeza por lo acaecido, surgieron algunas voces cuestionando el traslado de Ramba a Brasil, pese a su condición de salud asociado a la enfermedad renal que padecía. Al respecto, la abogada Florencia Trujillo respondía categóricamente durante los primeros días del año 2020 lo siguiente:” Su espíritu de elefante, Ramba, lo halló fuera de la burbuja, y lejos del universo antropocéntrico. Las personas que creen que Ramba era feliz en Chile, no entienden la naturaleza de un elefante ni conocen sus necesidades específicas. Aún existe en nuestra cultura una visión mascotera de los animales, no centrada en sus intereses sino en nuestras expectativas respecto de ellos, pareciera importar más lo que ellos nos hacen sentir que lo que ellos sienten y creo que eso, de un modo u otro, perpetúa la explotación que hacemos de ellos», enfatizaba la representante de Ecópolis. 

En definitiva, Ramba nos acompaña día a día desde el más allá como fiel reflejo de una historia dónde la desidia estatal frente a los compromisos que el propio Estado Estado firmó y la indiferencia de muchos humanos, fueron los factores detonantes para el desarrollo de más de 40 años de explotación animal que culminaron, nuevamente, gracias a la intervención y protagonismo de la sociedad civil que, a la larga, presionó al sistema uniendo las voluntades técnicas y políticas para un objetivo final: la libertad de Ramba, que se concretó felizmente. 

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