Un estudio internacional, en el que participan investigadores chilenos, utiliza datos de re-análisis y apunta a que la frecuencia de estos eventos ha crecido significativamente en áreas como el norte de la Amazonía, Maracaibo y el Gran Chaco.
Existe evidencia de que Sudamérica está presentando cada vez más frecuentes condiciones cálidas y secas en conjunto, lo que está vinculado a una mayor periodicidad de incendios forestales”, explica el académico del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins (UOH), Raúl Valenzuela, que junto a un grupo internacional de investigadores se dedicó a analizar el fenómeno en toda el área.
De acuerdo al investigador existe un aumento de 2 a 3 veces en el número de días por año con condiciones de riesgo de incendio, considerando el periodo 1971-2022. “Esta tendencia en el incremento del número de días con condiciones de incendio va acompañada de una importante variabilidad año a año asociada con la oscilación de ENSO (El Niño y La Niña)”, añade el Doctor en Ciencias Atmosféricas.
La investigación “South America is becoming warmer, drier, and more flammable” descubrió que la frecuencia de estos extremos ha crecido significativamente en áreas clave como el norte de la Amazonía, Maracaibo y el Gran Chaco, intensificando los riesgos de incendios.
Si bien el análisis no aborda los impactos que esta tendencia pueda tener, sí se discuten potenciales consecuencias en el ámbito ecológico, como una pérdida importante de biodiversidad -especialmente en el Amazonas-; en salud, debido al aumento de olas de calor e incremento en los niveles de contaminación; y en cambio climático, por el aumento en emisión de aerosoles que amplifican el efecto invernadero.
Respecto a la influencia de los fenómenos de La Niña y El Niño, Valenzuela explica que ENSO es un modulador de la variabilidad de eventos compuestos de sequía y calor. “Así, se encontró que mientras El Niño se asocia a eventos compuestos sequía-calor en la parte norte del continente, La Niña muestra un efecto en la parte central”, puntualiza.
Cómo afecta a Chile
El académico destaca que Chile tiene la suerte de que la Corriente de Humboldt, una corriente marina fría que se desplaza de sur a norte, cubre gran parte del territorio central y norte del país. “Ésta permite que la tendencia de temperatura, a lo largo de Chile, no siga necesariamente la tendencia de aumento de temperatura global y de Sudamérica. Sin embargo, nuestro país sí está expuesto a la variabilidad interanual de temperaturas y -por tanto- es posible observar olas de calor al igual que en el resto de Sudamérica. Esto impacta en la frecuencia de incendios que también observamos en nuestro país”.
Agrega que si bien los resultados del estudio muestran una condición de borde (sequía más calor extremo) que induce a una mayor frecuencia en episodios de grandes incendios forestales, “el factor humano es esencial para que el conjunto de factores llegue a producir incendios masivos. Desde la generación de incendios intencionales hasta la falta de acción para legislar sobre el tema”, explica.
Respecto a las medidas que debieran tomarse en Sudamérica –y especialmente en Chile-, frente a esta realidad, Raúl Valenzuela aclara que “falta una fuerte inversión en sistemas de monitoreo y predicción. Es necesario que los Estados continúen y aumenten las inversiones en sistemas de pronósticos y alertas temprana para que la ciudadanía esté adecuadamente informada y pueda tomar los resguardos correspondientes ante este tipo de desastre socionatural. De igual forma, el marco legislativo debe considerar los resultados de este tipo de estudios para nuevas normas asociadas a los incendios forestales”, finaliza.
Junto a Raúl Valenzuela trabajaron los investigadores Sarah Feron, Raúl Cordero, Alessandro Damiani, Shelley MacDonell, Jaime Pizarro, Katerina Goubanova, Chenghao Wang, Lena Rester y Anne Beaulieu.