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¿Podemos hablar de un partido animalista en nuestro país? (Editorial)

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Al hacer un balance de nuestra realidad y las demandas sociales con apoyo transversal, una de las que resalta dice relación con el cuidado de los animales tanto a nivel jurídico como el desarrollo de políticas públicas. Y bajo este contexto, por cierto, la relación que se da entre el animalismo como corriente de pensamiento y lo político: si bien algunos reniegan de este diálogo, podemos afirmar que el animalismo es político pues mediante diversas acciones y estrategias busca afrontar una problemática social -como puede ser el abandono, por citar un ejemplo- generando un cambio positivo a favor de quienes han sido afectados por esa realidad que se busca cambiar. O sea, el animalismo no es una acción inocente.

En este sentido, teniendo claro que el animalismo tiene un componente político cabe preguntarse ¿podemos hablar de un partido animalista en Chile.? Interrogante que nos invita a pensar no sólo en la normativa electoral que define y crea un espacio político sino también como ésta actúa, para lo cual los planteamientos de la filósofa y pensadora francesa Corine Pelluchon nos ayudarán en este ejercicio reflexivo.

De acuerdo a Pelluchon, son tres los ámbitos mediante los cuales se debe dar la lucha política a favor de los animales: normativo ( alude a la construcción del espacio social mediante el cual todos nos desenvolvemos, el cual se encuentra basado en principios éticos & filosóficos que se regulan a través del imperio de la ley), representativo ( insertar institucionalmente la demanda por los animales en espacios deliberativos de poder, como lo pueden ser los parlamentarios o los Cores en los Gobiernos Regionales) y utilización del espacio público en su totalidad ( o sea, buscando el apoyo de distintos actores sociales en pro de la causa).

A la luz de los antecedentes, surge la pregunta que le dio el título a esta editorial y la respuesta a la inquietud es no existe una instancia como tal en un sentido estricto. No basta con auto denominarse ese rasgo y cumplir con lo que dicta la normativa actualmente vigente para la creación de partidos políticos sino es necesario construir un círculo virtuoso que permita ir difundiendo la causa animal y sus derechos con la participación de personajes diversos que aporten desde su saber y experiencia al objetivo en común; eso dará como resultado una instancia que sea capaz de edificar propuestas, generar espacios de aprendizajes para todos y transformarse en un verdadero actor social que desde la cotidianidad y el saber vaya aportando a la visibilización de la causa y a sus avances.

Hoy, con un Congreso no muy proclive a los derechos de los animales y los problemas reales de la ciudadanía, necesitamos más que nunca la construcción de un espacio político asociada a la causa que todos defendemos y la cual contribuya no sólo al debate legislativo sino también a un activismo informado y empoderamiento ciudadano en torno a nuestros peludos y la naturaleza. Instancia que, hasta el momento, no ha nacido tristemente.

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