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#PALESTINA ONG cierra “el peor zoo del mundo” y rescata a los 15 animales que aún vivían en él

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El peor zoo del mundo, según la ONG de ayuda a los animales Four Paws, fue cerrado en la Franja de Gaza, después de que esa organización se hiciese cargo de los 15 ejemplares que quedaban vivos para sacarlos del empobrecido y aislado enclave palestino.

“Los anestesiamos y los vacunamos, los tomamos muestras de sangre, les colocamos un chip y veremos si necesitan alguna medicina”, explicó el veterinario egipcio Amir Jalil bajo un intenso calor en el precario zoológico de Jan Yunis (sur de Gaza), mientras se afanaba con un mono Vervet dormido en sus brazos.

Otros tres Vervet y un macaco descansaban también anestesiados en las improvisadas jaulas de transporte en las que pasaron la noche, antes de tener el privilegio de abandonar la franja costera palestina, una de las zonas más superpobladas del planeta, bajo bloqueo israelí desde hace nueve años y que ha vivido tres guerras desde 2008.

A los pequeños simios se suman tortugas, puercoespines, un emú, un pelícano y un ciervo, que irán a un centro de animales rescatados en Jordania. Un tigre, bautizado como Laziz, tendrá un viaje más largo: será trasladado a un “santuario” de grandes felinos en Sudáfrica, que habitan otro centenar de animales rescatados y donde tendrá, por fin, espacio para correr y en el que recuperarse de años de encierro en una estrecha jaula, así como del hambre y la escasez de comida.

“Cuando vinimos la primera vez a este zoo, al acabar la guerra de 2014, la situación era horrible. Muchos animales habían muerto y el dueño disecó a varios, entre ellos a una tigresa: se exhibían dos tigres, uno vivo y otro a su lado muerto, disecado y colocado como adorno”, relata, aún asombrado, este veterinario que dirige el rescate.

Agrega que “aquí no había comida y tampoco buen conocimiento de cómo se han de cuidar estos animales. Hay veterinarios en la franja, pero se dedican solo a cuidar animales domésticos, no tigres”. Desde aquel viaje, Four Paws ha realizado varias visitas al enclave palestino, y ha proporcionado medicinas y alimentos a éste y otros zoos, todos ellos privados, pero esa ayuda puntual no era suficiente para estos animales.

“Desde febrero hasta ahora han muerto en este zoo 40 animales”, lamenta Jalil, quien asegura que el proceso para salvar a los 15 que quedan “ha servido para unir a cuatro países”, Sudáfrica, Israel, Jordania y Palestina, que han colaborado para que la operación sea posible.

Las autoridades de Hamás, señala, no pueden emitir documentos internacionales porque no son reconocidas fuera de la franja, por lo que Israel ha facilitado la documentación y, también, la salida de la franja a través de su territorio.

“Los animales unen. Han logrado el apoyo de todos”, afirma sonriente este veterano profesional, quien añade que, “si hay bondad hacia los animales, también puede haberla hacia las personas”.

En la última década, ha habido siete zoos en la Franja de Gaza, todos ellos iniciativas privadas y, con el cierre de éste, quedarán aún cuatro. Para Jalil, es muy importante crear conciencia sobre el bienestar de los animales y que se apruebe la legislación necesaria que impida tenerlos de forma privada y en condiciones precarias, tanto en zoos como en viviendas.

Recuerda el caso de los dos cachorros de león que vivían en una casa del campo de refugiados de Rafah y que, al crecer y hacerse grandes, también tuvieron que ser rescatados. Entre los 13 trabajadores de la ONG se mueve, cabizbajo, Abu Diab, un hombre en la cincuentena, propietario del zoo y que está muy lejos de reconocer que éste se había convertido en uno de los peores lugares del mundo para tener animales.

“Este era un buen sitio para ellos. Es como un bosque, yo mismo planté todos estos árboles y los cuidé durante diez años”, dice, mientras señala el poco verde que hay y que no se parece en nada a la hectárea de libertad de la que podrá disfrutar Laziz en Sudáfrica.

Según Diab, “el problema fueron las tres guerras continuas de Gaza (con Israel, en 2008-2009, 2012 y 2014)”, sobre todo la última y la más larga (duró 50 días) y en la que murieron muchos animales del estrés de las bombas y la falta de alimentación. Pese a ver acabado su sueño de tener un zoológico, Diab se consuela pensando en que sus animales estarán muy cerca, en Jordania, donde cree que podrá visitarlos, y esperando que, “cuando mejore la situación en Gaza, volverán”.

Jalil, quien probablemente no comparte esa visión, subraya que la salida de Gaza “dará una nueva vida a los animales”, que “han perdido sus días en jaulas desoladoras donde sufrían de hambre y falta de cuidados médicos”.

Fuente: Efe

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