Los volcanes Nevados de Chillán, Copahue y Villarrica han tenido procesos eruptivos desde 2015, los que en parte se explican por el efecto que en ellos produjo el terremoto 8,4 grados que se produjo en Illapel el 16 de septiembre de ese año. Así lo indica uno de los estudios presentados hoy en el Congreso Geológico Chileno, que se desarrolla hasta el viernes en la Universidad de Concepción.
La investigación se basa en el estudio de la relación entre terremotos y actividad volcánica, la que tiene registros históricos destacados como el impacto que causó el terremoto 9,5 de Valdivia de 1960 especialmente en el Complejo Volcánico Cordón Caulle, como también el de Valparaíso de 1906, en este caso en el Nevados de Chillán, ocasión en que se tuvo una erupción que formó lo que luego se denominó Volcán Nuevo.
De esta manera, y con decenas de estudios en ésta área y en otra de las geociencias, comenzó este Congreso que reúne a más de 1.200 expertos y estudiantes de Chile y el extranjero; y que tendrá su punto cúlmine para la comunidad local con la exposición de dos conferencias y un grupo de rock nacional en el Foro de la casa de estudios penquista, desde las 18:30 horas.
Según la investigación de los científicos Cristian Farías y Daniel Basualto, ambos de la U. Católica de Temuco y el segundo integrante del Observatorio Vulcanológico Andes del Sur de Sernegeomin, los cambios más relevantes en los tres volcanes, tras el terremoto de Illapel, fueron abruptos incrementos de sismicidad, aumento de SO2, desplazamientos observados con GPS y cambios de frecuencias sísmicas, entre otros. Pero además los tres volcanes compartían una característica en común al momento de generarse el terremoto, ya que habían registrado un cambio en su actividad base semanas o meses antes del evento sísmico.
El propio Cristian Farías, junto a Chabely Soto de la UC de Temuco, en una investigación acerca de un tema similar, señalan que los volcanes que más erupciones registran en los 5 años después de un terremoto están Nevados de Chillán, Copahue, Cordón Caulle, Llaima y Villarrica.
Además y siguiendo con estudios volcánicos relacionados al Nevados de Chillán, esta mañana también se presentó el trabajo de Gabriela Pedreros, investigadora de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica, de Sernageomin, quien comentó que desde diciembre de 2015 al cierre de su trabajo se han producido en Nevados de Chillán 2 mil pulsos eruptivos que comprenden explosiones, desgasificaciones, cambios morfológicos y la formación de un domo de lava que ha sido parcialmente destruido por explosiones en dos oportunidades.
En tanto, para el caso del Volcán Copahue, ubicado en Alto Bío Bío, el investigador argentino Mariano Augusto, de la Universidad de Buenos Aires, y sus colaboradores; informa que su último proceso eruptivo comenzó en 2012, tras 10 años de calma. Según los estudios del equipo de científicos, esta actividad del Copahue se estaría restringiendo a procesos explosivos superficiales por la interación entre magmas y fluidos hidrotermales, por lo que no tendría alimentación más profunda desde cámaras magmáticas. Ello permite preveer que no tendría erupciones de gran magnitud en el corto plazo.
Gran parte de estos y otros estudios volcanológicos se basan en mediciones que realliza la Red Nacional de Vigilancia Volcánica desde hace 10 años, según explicó en su intervención de hoy el geólogo de este servicio público nacional Álvaro Amigo. En 2009 la Red monitoreaba 6 volcanes activos de Chile, por lo que no pudo detectar la erupción del Chaitén de mayo de 2008. Sin embargo, contó el científico, actualmente se monitorea 45 volcanes de 90 centros eruptivos activos identificados en todo el país.
Explicó que los desafíos actuales de la Red son consolidar un plan estratégico de continuidad y optimización del monitoreo y cartografía volcánica, la creación de los observatorios volcanológicos Altiplano-Puna y Patagonia y el fortalecimiento de la cooperación volcanológica con países vecinos.
Otros estudios interesantes presentados hoy se refirieron a la hipótesis de un gran impacto cósmico que habría ocurrido en el sur de Chile hace unos 12.800 años, por lo que el investigador Mario Pino, de la Universidad Austral, junto a otros científicos han investigado registros en Pilauco, Osorno, relacionados con la quema de vegetación, que habría alcanzado al 9% de la total existente en el planeta en esa fecha, como también un “invierno de impacto” provocado por gases y materia expulsada a la atmósfera y que generó una extinsión de megafauna en el Pleistoceno tardío.
En otra área, también expuso su labor la Agrupación Geociencias para Políticas Públicas, de la Universidad de Chile, la que se encuentra realizando desde 2016 un proyecto de apoyo a la educación formal en Ciencias de la Tierra. La idea es dar mayor apoyo científico y técnico a los contenidos que actualmente se entregan en la educación Básica y Media, cuyo plan piloto comenzaría en 2019. La propuesta es liderada por Rodrigo Pérez, de la U. de Chile.