Por decisión propia eligió no ir a conocer uno de los acuarios de la Costa y asegura no entender “la gracia de ver animales sufriendo”. Además reclama que se respete la ley 14.346.
Sin vueltas ni titubeos, Chula —como pidió Virginia que la llame— se define como rescatista y defensora de los derechos de los animales. Con su pañuelo fucsia en el cuello reclamó el último domingo durante una movilización que reclamó por los derechos de no humanos: “Basta de explotación, basta de maltrato animal”.
Lo primero que aclara es que la decisión de no viajar con sus compañeros de grado fue suya y luego cuenta que los primeros animales que rescató fueron dos perros cuando tenía 7 años. Además, dice que la del domingo pasado fue la tercera manifestación de la que participó. Y anticipa que “nunca cambiará” su pensamiento respecto a la crueldad contra los animales y que, mientras intenta ser vegetariana, activa desde sus redes sociales y participando de un programa de radio con su mamá Claudia.
—¿Por qué no quisiste ir de viaje de egresados?
—Porque eligieron ir a Mundo Marino. En realidad fue así —cuenta con detalles— Un día llego del colegio y le cuento a mi mamá: ‘”Mami, mis compañeras estaban diciendo que vamos de viaje de egresados a Mundo Marino y si va a ser así no voy a ir porque va a ser horrible porque maltratan animales”. Yo ya vi todo lo que tenía que ver y para mí es suficiente como para saber que no tengo que ir. Los acuarios me parecen horribles. Vi a la orca (Kshamenk) en un video donde se la veía mal y eso me pareció muy triste; así que no quiero ir y no quiero que las personas vayan a ver cómo sufren los animales. Es muy malo eso por parte de los humanos… La verdad es que ¡no sé a quién se le ocurrió la genial idea de hacer eso!
Cuando algunos compañeritos de grado le preguntaron los motivos de su decisión les explicó y del otro lado las opiniones variaron: algunos la acusaron de mentir y aseguraron que los animales no sufren haciendo cosas impropias de su especie y fuera de su hábitat; otros lo entendieron y también se negaron a participar.
—¿Te pone triste no compartir el viaje con tus compañeros?
—Por un lado sí, porque estuve con ellos desde jardín y me hubiese gustado compartir un último momento con ellos, digamos, porque arrancamos la secundaria y la mayoría se cambia de colegio; pero, por otro lado no, porque no quiero ver animales sufriendo y cuando algunas madres propusieron ir a otro lugar no quisieron.
—¿Tus compañeros no quisieron?
—¡No! Las madres. Nosotros hablamos en los recreos y le pedimos consejos a una maestra que nos dio la idea de ir a una quinta, pero después las madres votaron por el acuario.
La idea del viaje es compartir el grado completo un día para sellar el fin de una etapa, pero para Chula no podrá ser y la pena de esta niña de 11 años también es la de su madre, Claudia Favano, activista y rescatista que conduce el programa radial “Pelos en la ropa”, del que la nena participa. “Yo me molesté con el grupo de madres porque Virginia va con sus compañeros desde jardín. No les dije que mi hija no iba a participar del viaje de egresados sino que esa no sería una opción porque ella no iba a querer participar por sus propias convicciones. Más allá de que lo compartamos fue su decisión. Ella piensa así y lo manifiesta”.
Consultada si una vez conocida la decisión de Chula se barajó la posibilidad de cambiar de opción o si recibió explicaciones, Claudia respondió: “Sólo me llamó una madre para explicarme que esa decisión fue lo que voto la mayoría y yo le dije que ser mayoría no les da la razón porque acá estamos hablando de una nena que quiere ir al viaje egresados y no se respetó lo que piensa. No es un capricho. Es una nena de 11 años con empatía y sus convicciones, y si un adulto no lo puede respetar…”.
Basta hablar con la nena para dar fe de esa frase que afirma que las nuevas generaciones vienen con otro chip. Chula asombra no solo por la fuerza de su pensamiento y por la coherencia de sus actos sino también por la manera en la que se expresa.
—Cuando te hablan de los acuarios o de los zoológicos ¿qué es lo primero que te pasa por la cabeza?
—Lo primero que me pregunto es por qué si nosotros tenemos derechos ellos no pueden tenerlos. Está la Ley de maltrato animal, la 14.346 ¿no?—pregunta si es ese el número para estar segura, pero no se equivoca— pero parece que no le hacen caso. Entonces pienso que si siguen yendo a esos lugares tantas personas esto no termina más y yo quiero que eso se termine porque no le veo gracia. ¡No sé cuál es la gracia de ver animales así! A las personas que van les digo: Si tienen ganas de ver animales de cerca ¿por qué no adoptan un perrito o un gatito que esté en la calle? Esos animales, las orcas, los delfines, los leones… ¡ninguno de todos ellos tiene que estar ahí! Los animales tienen que estar libres. Por ejemplo, los leones tienen que estar en la selva, igual que los osos y los monos en los bosques; las ballenas, las orcas en los océanos, en los mares… ¡No tienen que estar encerrados en acuarios y zoológicos! Me parece horrible y no me gusta lo que hacen con los animales.
—¿Qué ves y qué sentís cuando ves a un animal en cautiverio?
—Veo que sufre. Es como… Imaginate que nosotros fuéramos animales… No nos gustaría que nos hagan eso ¿o si nos gustaría? A mi no me gustaría y si nos gustaría, en realidad, es porque no está bien. Y si nos gustaría estar encerrados no seríamos personas normales y nos gusta ver animales encerrados seríamos personas malas, malos humanos… Va, directamente no somos humanos haciendo eso. ¡No sé lo que somos, pero está mal! Una vez fui a un zoológico, tenía 6 años más o menos, y en todas las fotos en las que estoy tengo cara de enojada porque no me gustaba estar ahí.
—¿Por qué enojada? ¿Qué pensabas?
—No sé si pensaba en la libertad de los animales, pero no me gustaba estar ahí. Pensaba: “¿Para qué estoy acá? ¿Qué hago acá?” Yo quería estar en otro lado, en un parque, en el Tigre y no estar ahí viendo los animales encerrados. Después mi mama se empezó a enterar de cómo llegaron ahí y me contó todo lo que pasa ahí adentro y en todos los demás lugares de explotación. Después me fui enterando cada vez más por las redes y empecé a mirar videos sobre lo que era el maltrato animal. Y ahora estoy dónde estoy haciendo activismo, rescatando animales y no creo cambiarlo… No, la verdad que no creo cambiarlo, sería muy raro.
—¿Podés hablar con tus amigos o compañeros de esto que sentís? ¿Te entienden?
—¡Si! Hay dos amigas con las que hablo, una que se llama Malena y otra que se llama Tiara y son del grupo de scout. Con ellas la mayoría de las veces hablamos de esto porque nos gustan a los animales y pensamos por qué no están libres, por qué no hacen las leyes para defenderlos, por qué no cumplen la 14.346… Yo tengo pañuelos que piden por la 14.346, por “Basta de maltrato” y otro que dice “Somos su voz”.
Chula comparte la vida con 6 perros en su casa y cuatro gatos; y otros tantos canes que viven en la agencia de remises en la que trabaja su madre y que ella visita. Cuenta con mezcla de entusiasmo y pena los detalles de sus rescatados: a uno lo atropelló un tren y le quebró una pata, a otro lo levantó medio muerto de una zanja… Y así se completan 10 historias de vidas.
—¿Recordás cómo fue tu primer rescate?
—¡Uh, fue hace mucho! Con mi hermana Rocío rescatamos a dos perros. Íbamos por la calle y había unos perros jugando. Uno vino corriendo y se me puso los brazos y le dije a mi hermana: “¡Oh! ¡Qué lindo perrito!” y ella me dijo: “¡Dejémoslo acá!” y después se sumó una perra más que se tiró sobre mi hermana —se ríe con el recuerdo— Y los llevamos. A la perra le pusimos Pancha. Ellos fueron los primeros, yo tenía 7 años, creo. Ellos dos todavía viven en la casa de mi hermana.
—Seguramente muchas personas crean que tus decisiones son guiadas por un adulto y que nadie con 11 años puede decidir como vos lo hacés. ¿Qué les dirías a esas personas?
—Primero les diría que no me importa que piensen eso. Yo tomo mis propias decisiones y después que los niños tenemos derechos a expresarnos y decir lo que pensamos. Algunas personas no ven que los demás animales también son seres con derechos y les hacen algo como bullying. Sí, es como si les estuvieran haciendo bullying a un animal cuando dicen “¡Este perro está feo por no tener una pata!” o “Este perro está feo por no tener un ojo o este gato es feo porque no está como necesitamos”… Y lo que sucede en los zoológicos, en los acuarios es que los animales sufren. A las personas que pagan por verlos les hablaría y les preguntaría: ¿Por qué son así? Si ustedes saben lo que están haciendo con los animales ¿por qué lo hacen? No existe razón, no hay diversión, no se pueden divertir cuando ven a un perro, a un gato, a un delfín o una ballena sufriendo porque los animales no están bailando; a ellos los están explotando y no me gustan que exploten animales.
Con esa determinación, Chula, anhela un mundo más justo y no espera que alguien más luche por lo que ella espera. Nada más lejos. Sale, busca y hace el mundo que quiere en donde todos podamos vivir en libertad y armonía.
Fuente:Infobae