Tomás Echiburú y el proyecto Mapocho Pedaleable: “Debemos priorizar los medios de transporte que favorecen el encuentro humano”

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Hace ya algunos años diversas organizaciones y colectivos están impulsando el proyecto de Mapocho Pedaleable, una iniciativa que tiene como fin hacer un trecho del Río Mapocho transitable para el transitar continuó de bicicletas y de ésta manera ayudar al desarrollo de medios de transporte que ayuden a descongestionar la ciudad y a incentivar el contacto entre nosotros.

Tomás Echiburú del colectivo Muévete y actual concejal por la comuna de Providencia, en entrevista con EPA news, da cuenta de los objetivos de la iniciativa y de las razones que la sustenta: la construcción de un estilo de vida y de ciudad más amigable y sustentable con el conjunto de la naturaleza.

Uno de los puntos a los cuales has dedicado tu trabajo como arquitecto y actual concejal por la comuna de Providencia, es impulsar una movilidad sustentable en las ciudades modernas como el caso de Santiago. ¿Qué te lleva a impulsar dicha mirada en la sociedad actual?

“Tras la Revolución Industrial, se impuso en el mundo un modelo productivo que se mantiene hasta el día de hoy, basado en la extracción indiscriminada de recursos y la producción material como motor de desarrollo.

Tomás Echiburú, Colectivo Muévete

Durante buena parte del siglo XX, el automóvil se presenta como símbolo de “progreso” y terminamos adecuando, primero nuestras ciudades y luego nuestras vidas, para hacer espacio a los automóviles. Con el tiempo, hemos visto las consecuencias que eso trajo para el planeta -por el consumo desmedido de petróleo y el aumento de los gases invernadero- y sobre todo para nuestra vida en comunidad.

Las ciudades crecieron vertiginosamente y lo hicieron expandiéndose hacia el campo. El auto ofrecía la posibilidad de acercar lo que estaba lejos, nos ofrecía libertad, pero esa promesa falló y quedamos atrapados en un taco infinito, que terminó por alejar lo que estaba cerca. La ciudad pasó de ser un lugar de encuentro y convivencia para las personas, a convertirse en la trama de calles por la que circulan los vehículos, entre los edificios y casas.

Así, la vida social se fue relegando a los espacios privados o bien, a las pocas plazas y parques disponibles (ahora, a los centros comerciales). Sin embargo, revisando nuestra evolución, podremos observar que el gran valor de las ciudades fue siempre el estar cerca unos de otros y aprovechar esa cercanía para desarrollarnos como sociedad.

La ciudad no es una suma de edificios, es el espacio físico en el cual ejercemos ciudadanía. La ciudad son las personas y por eso, hoy más que nunca, en un escenario de cambio climático, donde miles de personas migran en masa hacia las ciudades en busca de oportunidades, es un imperativo ético devolverle la ciudad a las personas para poder proyectar un futuro mejor, donde el buen vivir en comunidad sea el fin último de la sociedad”.

Uno de los puntos claves, en cuanto a sus planteamientos, es impulsar el uso de la bicicleta y del transporte público para hacer una ciudad más amigable. La pregunta que surge es ¿de qué manera congeniar dichos medios de transportes con calles donde el transitar de los vehículos es incesante, especialmente en las horas altas?. 

“Justamente, volviendo a priorizar los medios de transporte que favorecen el encuentro humano, podremos avanzar en devolverle la ciudad a sus ciudadanos.

En el transporte público nos miramos a la cara y somos todos iguales.

A pie o en bicicleta, nuestra carrocería somos nosotros mismos, usamos el lenguaje de señas, las palabras y podemos detenernos a conversar con alguien que encontramos en el camino, parando a un costado y sin molestar a nadie. En automóvil, en cambio, nos aislamos del entorno; prendemos el aire acondicionado, la radio y llevamos el living de la casa al espacio público. Entonces, no es casual que luego nos relacionemos a bocinazos y consideremos que el que está adelante es un estorbo, que me está provocando taco.

Por lo tanto, en esta nueva era es fundamental estimular y promover los medios de transporte que son más limpios, eficientes, democráticos y humanos. Es necesario replantearse las calles y redistribuir el espacio, para darle un trato digno y prioritario a quienes le hacen bien al sistema: los peatones, los ciclistas y los usuarios del transporte público”.

Hace un tiempo ustedes, en colaboración con otros colectivos, están impulsando la iniciativa “Mapocho Pedaleable”. ¿Cuáles son los objetivos que se buscan tras el proyecto y en qué consiste?.

“El principal objetivo del proyecto Mapocho Pedaleable es recuperar el lecho del río como un espacio público, libre y abierto. Para eso, la bicicleta se presenta como una herramienta que abre camino, acercando a la gente al río mediante una excusa funcional. Sabíamos que el Mapocho cargaba con el estigma de ser un río contaminado e iba a ser difícil que la gente quisiera bajar, aún cuando sus aguas fueron limpiadas en 2010 y hoy es uno de los ríos urbanos menos contaminados en el mundo.

Necesitábamos un pretexto para hacer que la gente quisiera volver a bajar al río. Fue así que la bicicleta apareció como alternativa. La opción de recorrer la ciudad de forma continua, pasando por debajo de 15 puentes en 5 kilómetros, ofreció una opción muy atractiva en términos de movilidad y con esa intención, la gente bajó al río y redescubrió un paisaje urbano que estuvo oculto por mucho tiempo. Una vez que ese reencuentro se produjo, ya no hubo vuelta atrás”.

Recientemente, desde el Gobierno Regional, se rechazó extender el período de marcha blanca de la iniciativa “Mapocho Pedaleable”. ¿Por qué el Gobierno debería jugársela por este proyecto?. 

“Primero, porque es muy importante volver a valorar nuestro principal río urbano; todas las ciudades que admiramos en el mundo y que tienen un río, se vuelcan hacia él y lo aprovechan: Santiago no puede quedarse atrás. Segundo, porque es un proyecto que surge a nivel académico pero que toma fuerza y se instala en la opinión pública, gracias al apoyo y al empuje de la ciudadanía organizada y, en sí mismo, eso es un tremendo valor”.

¿Cuál es el mensaje final que te gustaría entregar a la sociedad general, en cuanto a la idea de hacer una ciudad más sustentable con el desarrollo de una nueva perspectiva de  movilidad?

“Nuestro actual modelo de desarrollo es insostenible. La población mundial crece exponencialmente y el consumo desenfrenado va en aumento, mientras nuestro planeta sigue teniendo el mismo tamaño y sus recursos naturales son limitados.

La utopía del crecimiento infinito, no da para más. Ese mismo fenómeno que se da a nivel planetario, es aún más evidente en las ciudades. Tenemos que usar mejor nuestros recursos y, en ese sentido, el suelo urbano es un tesoro que no podemos seguir desperdiciando en estacionar y mover autos, mientras miles de personas son desplazadas a vivir en una periferia sin servicios, sin conectividad y sin áreas verdes, porque el suelo urbano es demasiado caro para construir sus viviendas.

Las ciudades deben abandonar el patrón de crecimiento en expansión y priorizar la densificación, haciendo uso eficiente del suelo y eso implica dejar atrás la era del automóvil para volver a vivir en ciudades compactas, donde la caminata y el pedaleo sean la forma predominante de movilidad; debemos volver a humanizar la ciudad”.

Producción: Daniela Suau