#OPINION ‘Respeto y libertad para los animales’ resuena en las calles de Madrid

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*Una reflexión en torno a los animales, sus derechos y el posicionamiento en las calles es el eje de la siguiente columna creada por Laura Fernández, activista española por los animales. Fue publicada inicialmente en el Diario El Mundo.

El pasado sábado 4 de noviembre a las 17 horas la Plaza de España reunía alrededor de tres mil personas que tomarían las calles de Madrid con un objetivo firme: trasladar el mensaje de respeto hacia todos los animales.

La manifestación 4N Antiespecista, celebrada por  segundo año consecutivo con motivo del Día Internacional del Veganismo, recorrió en algo más de dos horas algunas de las arterias de la capital. La marcha fue encabezada con el lema ‘Respeto y libertad para los animales. Luchemos hasta el fin del especismo’. A lo largo del trayecto, las activistas repartieron a los transeúntes octavillas con información que definía el especismo, e invitaba a la reflexión y a tomar postura ante esta discriminación.

En la Gran vía de Madrid podían escucharse lemas como ‘Si nos gustan los animales, ¿por qué los encerramos tras rejas y cristales?’, ‘Si siente dolor, no me importa su sabor’, ‘Por unos minutos de diversión, toda una vida de reclusión’ o ‘Abajo los muros de todas la prisiones’.

La manifestación se caracterizó, a diferencia de otras marchas animalistas que podríamos considerar temáticas (contra el circo con animales, contra la tauromaquia o la caza), por incidir amplia y contundentemente en el especismo, es decir, el sistema de creencias que sostiene que los animales humanos son superiores al resto de animales y por ello tienen la legitimidad de dominar y explotar a su conveniencia. Bajo esta definición, el 4N incluía todas las expresiones del especismo y las formas de explotación hacia los animales no humanos (utilizados como comida, vestimenta, objeto de decoración, entretenimiento o experimentación, entre otras).

El antiespecismo es claro en su posicionamiento, va a la raíz del problema, distinguiéndose de posturas  bienestaristas o reformistas, que engrosan el movimiento animalista. Además, el movimiento de liberación animal enmarca cada vez más el especismo como un sistema de poder al cual combatir no sólo de forma individual en la vida cotidiana desde la adopción del veganismo, sino también de forma colectiva y social a partir del activismo en la calle.

Uno de los lemas coreados decía: ‘El veganismo no es una opción, es una postura contra la opresión’. Este enunciado nos recuerda el carácter ético-político del veganismo, concepto bajo el riesgo de ser cooptado por marcas y empresas que pretenden vincularlo a cuestiones dietéticas, desvirtuando así su sentido profundo e invisibilizando la definición que origina el concepto, directamente relacionada con la atención a los intereses de los animales no humanos.

‘Contra el especismo: veganismo, compromiso y activismo’

Un evento como el que presenciamos el pasado sábado es impensable sin un gran trabajo previo, un esfuerzo a menudo poco visible que pasa por la búsqueda de financiación, la difusión, redacción y confección de materiales, de la que cabe reseñar la meticulosa tarea de  reflexión y la elaboración de un discurso claro y profundo de cara a la convocatoria.

Según remarcan las manifestantes, la marcha se caracterizó por un extenso contenido visual, entre el que cabe destacar gran cantidad de carteles con el rostro de los animales no humanos que sufren, cada día, el especismo. Los rostros que las industrias de explotación animal tratan constantemente de ocultar ocuparon el pasado 4 de noviembre el espacio público. De la misma forma, rostros de animales rescatados y refugiados en santuarios se mostraban como la posibilidad materializada de la solidaridad y el apoyo mutuo en que se basa el movimiento por la liberación animal: el reconocimiento, respeto, refugio y cuidado hacia individuos a quienes se les ha negado la existencia simplemente por no nacer humanos.

Cabe destacar una gran presencia de personas jóvenes en la manifestación, cuestión que fomenta la inclinación hacia la idea de que las nuevas generaciones se están posicionando más firmemente contra el especismo. A pesar de la enorme diversidad de contenidos, imágenes y pancartas, caracterizaba la marcha un sentido de unidad, donde no había tanta presencia de grandes firmas o logos de enormes asociaciones como de individualidades y pequeños colectivos y asambleas autónomas provenientes de múltiples rincones del Estado español.

‘No pararemos hasta que llegue el día en que toda jaula quede vacía’

En la manifestación tuvieron también presencia las personas encarceladas por realizar activismo por la liberación animal, activistas como Walter BondMarius Mason, Brian Vaillancourt, Nicole Kissane y Joseph Buddenberg, que se encuentran actualmente privados de libertad, y compañeras activistas pendientes de juicio como  Natasha y Sven y el caso de Fermare Green Hill.

También hubo espacio para la memoria de aquellas personas fallecidas que han muerto luchando por la liberación animal, como las activistas Jill Phipps, Barry Horne, Camilo Navea, Javier Bueno Aranzábal, Mike Hill, Nacho Aragón, Javier Recabarren o Tom Worby.

Entre los bloques, la pancarta del bloque transfeminista con el lema ‘Fuera agresores del movimiento antiespecista’ lanzaba un mensaje doble al interior y al exterior del movimiento: que las conductas heteropatriarcales y de dominación no tienen cabida en un movimiento por la liberación, y que cada vez más personas que sufrimos discriminación por cuestiones de género y/u orientación sexual extendemos nuestra lucha y nos solidarizamos con otras corporalidades que también están oprimidas.

La manifestación acabó en la plaza del Museo Reina Sofía, donde se leyó el comunicado, que contó también con interpretación en lengua de signos.

El 4 de noviembre fue un punto de encuentro para muchas activistas, una inyección de energía y motivación que nos recordó que cada día somos más quienes estamos dispuestas a luchar hasta el fin del especismo. El pasado sábado fue, definitivamente, un impulso para fomentar el compromiso a largo plazo y la lucha antiespecista local: para volver a nuestros barrios, pueblos y comunidades con la energía suficiente para luchar cotidianamente por un mundo de respeto y libertad para todos los animales.

Fuente: eldiario.es