#MUNDO: Carnismo: El condicionamiento social que te lleva al consumo de carne

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Melanie Joy es socióloga y profesora de psicología de la U. de Massachussetts, además de ser activista vegana y defensora de los derechos animales. Este trabajo la llevó a escribir el libro Why We Love Dogs, Eat Pigs, and Wear Cows (2009), además de difundir el concepto de carnismo, termino sobre el cual entregó unna charla este pasado 7 de diciembre en nuestro país, y que desde Epa te invitamos a conocer.

¿Qué es el Carnismo?

El carnismo corresponde a un sistema de creencias que nos condiciona a comer ciertos animales por sobre otros, proceso que bloquea nuestra empatía con los seres que consumimos, logrando que los veamos como algo funcional, y no como un alguien, como un individuo que siente y tiene conciencia. Este conjunto de creencias se encuentra institucionalizado dentro de la sociedad, por lo que suele ser invisible, y por lo tanto, incuestionable.

Según joy, un ejemplo de esto es que crecimos en una sociedad donde nos enseñaron desde pequeños que debemos comer carnes para favorecer nuestro desarrollo, mostrándola como algo necesario y natural. Esto distorsiona nuestra forma de ver a los animales y los productos que provienen de ellos, generando una brecha mental que bloquea nuestra empatía, identificación y capacidad de sentir cariño hacia ellos.

El método de la autodefensa

Puede que el concepto suene nuevo, pero según Joy, el carnismo ha funcionado desde siempre, utilizando la invisibilidad como principal mecanismos de defensa. Si se piensa bien, no existe una forma concreta para definir los principios y creencias que llevan a una persona a consumir carne, como si existe para aquellos que han optado por dejarla (caso de los vegetarianos o veganos).

De esta forma se ha mantenido ausente la discusión, evitando con ello una mayor reflexión que nos permita debatir o realmente preguntarnos acerca del por qué o para qué consumimos productos cárnicos.

De la misma manera, el carnismo mantiene a sus actores alejados de la opinión pública, proceso que bloquea nuestra empatía con los animales, además de entrampar nuestra verdadera experiencia al comer carne. Ejemplo de esto es el escondite mediático y sistematizado de los mataderos de la industria ganadera, los cuales son alejados de las grandes ciudades al mismo tiempo que sus prácticas se mantienen ocultas del conocimiento general, evitando así una mayor fiscalización y cuestionamiento acerca del tema.

Aquí, Melanie Joy llama a hacer un simple ejercicio y pensar: ¿Alguna vez se ha preguntado cómo funciona un matadero? Y es que cada vez son más conocidos los brutales abusos que sufren los animales dentro de estas instalaciones, en donde son encerrados por días sin ninguna posibilidad de movimiento, para luego ser muertos por degollamiento, proceso que en gran parte de los casos el animal sufre estando completamente consciente.

Todo esto es vivido luego de haber sido previamente sometidos a un ayuno forzado, técnica utilizada para que en su aparato digestivo no haya restos que dificulten el procesado de la carne, además de haber sufrido distintos procesos para mantenerlos inconscientes durante el degollamiento, entre los que se cuentan las electronarcosis (aplicar corriente a los animales mediante electrodos o tanques de agua) y la Percusión (conmoción cerebral provocada por un golpe que se aplica en el cráneo con cartuchos o aire comprimido.).

Uno de los casos más recientes fue en Francia, en donde la asociación protectora de animales L214, reveló que un matadero de la ciudad de Limoges mataba y tiraba a la basura los fetos de las vacas preñadas, además de golpear a los animales y degollarlos sin ninguna precaución o proceso previo que asegurara que el animal no sufriera.

Aquí Joy llama enérgicamente a la generación de conciencia, ya que en muchos aspectos el carnismo se presenta como una ideología violenta, en donde valores como el respeto son violados a través de estas prácticas.

Asimismo, el carnismo también suele utilizar como mecanismo de defensa la negación, la cual se construye a través de mitos que muestran la dieta cárnica como la única opción. Aquí entran en juego lo que se denomina como “las tres N”, es decir, comer carne es normal, natural y necesario.

Estos enunciados suelen sustentarse en una base histórica, en donde se apela a que desde siempre el hombre ha consumido carne para su supervivencia, por lo que se vuelve necesario, además de ser natural, ya que contribuye a nuestro organismo.

Sin embargo, según Joy esto puede ser fácilmente comparado con conceptos como la esclavitud o la predominancia masculina, prácticas que si bien en un momento de nuestra historia fueron consideradas naturales y necesarias, hoy en día se encuentran en tela de juicio por parte de la sociedad.

De la misma manera, otro de los principales relatos tiene que ver con los riesgos que una dieta sin carnes podría significar para nuestro organismo, en donde podrían perderse ciertas proteínas necesarias para nuestro desarrollo y que solo están en presentes en productos cárnicos.

Sin embargo, son cada vez más los estudios que demuestran que los componentes obtenidos de la carne, como las proteínas, pueden ser fácilmente conseguidas de productos como el pan, cereal, pasta y arroz, además de nueces o frijoles. Lo mismo ocurre con el calcio (pensando en el desarrollo de los niños), el cual puede ser adquirido de productos como el brócoli, las zanahorias y la coliflor.

Esto ha hecho que incluso muchos deportistas (una de las mayores limitantes al momento de considerar dietas veganas o vegetarianas), opten por dejar de consumir carne y comiencen a cambiar su alimentación, reemplazando con leches y carnes vegetales el uso de carne en sus comidas, como lo es el caso de la soja, la cual además es de fácil acceso.

Un tercer mito, que es mayormente conocido en américa del norte como “carne feliz”, o también como carne orgánica y “ecológica”, hace referencia a los criaderos o mataderos donde los animales son tratados de buena manera, además de no recibir tratamientos con hormonas. Aquí nuevamente se apela al conocimiento (o más bien desconocimiento) acerca de las prácticas y procedimientos en este tipo de instalaciones, en donde solo en Estados Unidos son apilados y muertos cerca de más de mil millones de animales.

Lo que queda por hacer…

Melanie Joy denuncia este tipo de cosas como un tema de justicia social, un llamado a crear conciencia en la gente de que existen opciones. El carnismo es impuesto socialmente en las personas y se consolida a través de mecanismos institucionales como la educación, por lo que no deja espacio para la reflexión, para determinar por cuenta propia cuál es la vía que cada uno quiere tomar.

Es necesario entonces evidenciarlo, ya que cuando el consumo se convierte en una opción, existe un trabajo ético de por medio. Este trabajo nos lleva a preguntarnos el porqué de nuestras decisiones, pudiendo con ello ser conscientes y romper de esta manera la brecha mental que nos impone el carnismo.

Es importante para nuestra salud, ya sea personal o social, recuperar nuestra empatía con los animales, recuperar nuestros valores de respeto y cuidado de aquello que nos rodean y sanar aquella desconexión psicológica y cognitiva a la que nos somete el carnismo, y para Joy, una de las mejores formas de hacerlo es, convertirse en el cambio que uno quiere para el mundo.